Por: Oswaldo Rojas
Realizando un análisis sobre los roles sociales de la mujer contemporánea, tanto como objeto de deseo como en su faceta de procreadora, la obra de teatro Lulú, co-dirigida por Itzhel Razo y David Hevia, retoma el guion original del dramaturgo alemán Frank Wedekin.
La puesta en escena recupera un clásico del siglo XIX que paso un siglo sufriendo la censura de la aristocracia alemana y parte de la pregunta ¿es la mujer quien adopta el papel de destructora y dadora de placer, o es la sociedad quien le da este papel para su beneficio?
Lulú muestra la vida de una joven hermosa que es recogida de la calle por un hombre acaudalado quien inicia tratándola como una hija, pero que incapaz de alejarse del estereotipo de femme fatale ve en ella una fuerza seductora. Drama que desemboca en el asesinato del hombre y una Lulú prisionera.
En entrevista telefónica la directora Itzhel Razo dijo que durante la adaptación encontró gran riqueza en la forma en la que se aprecia a la mujer como virgen y dadora de vida, sin embargo también mencionó que continuamente es una valoración desde la visión masculina.
Sobre su trabajo para adaptar la obra explica que quiso dar un giro al discurso comenzando con una Lulú ya encarcelada y custodiada por hombres en “la caja de Pandora”, en lugar de contar como fue la relación entre ella y su benefactor. Así se exhibe a una mujer lucida que desde sus reflexiones cuenta las tragedias que afrontó para convertirse, y descubrirse, en ella misma.
“Ella decide romper con su condición, un poco de acuerdo con estas nuevas visiones contemporáneas en las que puedes ir en contra del destino; del destino heredado por tú familia. Creo que ahora puedes decidir vivir de otra forma. En la época de Wedekin se acostumbraba pensar que el destino se repetía generación tras generación. En mi puesta ella (Lulú) no se siente culpable, no siente que sea mala, ya es ella misma”, mencionó la directora.
Define al personaje de Lulú como una mujer que se construyó a sí misma a través de la necesidad de los hombres y de su propia necesidad. Y que en un momento crítico encarna a todas las mujeres del mundo; como Eva, Lilith y Helena.
Razo también dice haber buscado que el espectador no se encuentre con una obra con un mensaje dado, sino que se cuestione si “se nace mujer o es la sociedad quien la vuelve…o es ella misma desde el inicio”. Confesó que ella apunta a que el concepto de mujer es una construcción social.
Igualmente intenta que el espectador varón se de cuenta si entra en alguno de los estereotipos de masculinidad, llegando incluso al terror de la revelación y que las mujeres rompan con el mito de violencia de genero.
“Ahora se dice muy fácilmente que es el hombre quien maltrata y domina a la mujer. Pero yo quiero salir de esa condición de víctima, porque a pesar de que Lulú recibe esa violencia nunca se victimiza. No ve al hombre como lo malo, más bien descubre en ella ciertos impulsos psicológicos que la llevan a actuar así. Con esa consideración ella queda empoderada”.
La obra es protagonizada por Enrique Campo, Damián Cordero, José Alberto Gallardo, Sara Montero Y Carlos Alexis Nava está disponible desde ayer y hasta el 7 de agosto en el foro Un Teatro. Alternativa Escénica.
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