Por: Melisa Carrillo Rojas
Anna Pávlova fue una famosa bailarina de ballet rusa, conocida por modificar el estereotipo de las bailarinas e interpretar magistralmente La muerte del cisne, pieza creada especialmente para ella.
Pávlova nació en San Petersburgo el 12 de febrero de 1881 según el calendario gregoriano, en el seno de una familia humilde. Cuando tenía 8 años asistió a una presentación de ballet de La bella durmiente que cambiaría su vida para siempre. Desde ese momento supo que quería ser bailarina.
Intentó ingresar en ese año a la Escuela de Ballet Imperial, pero fue rechazada debido a su corta edad, dos años después fue admitida en el Teatro Mariinsky, donde recibió una formación de más de seis años que le permitiría convertirse en una gran bailarina.
Anna había sufrido de una salud delicada desde su infancia, y poseía un cuerpo esbelto y aparentemente frágil que chocaba con el aspecto que se esperaba de las bailarinas de la época: un cuerpo poderoso, musculoso y compacto. La apariencia delicada y etérea que poseía Pávlova fue perfecta para interpretar papeles románticos.
En 1905 el coreógrafo Michel Fokine creó para ella La muerte del cisne, con música de Camille Saint-Saëns. Pávlova estrenó la pieza durante una función benéfica y cinco años más tarde la interpretó en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Ésta pieza la llevaría a la cima más alta de su popularidad, permitiéndole conquistar múltiples escenarios a lo largo del mundo.
Después de realizar giras en Europa con los ballets de Serguéi Diáguilev, fundó su propia compañía en 1911, con la que deleitó al público de América del Norte, México, Brasil, Argentina, Cuba, India, Malasia, Japón, Egipto, Sudáfrica, Austria y Nueva Zelanda.
En 1919, Pávlova se convirtió en una de las primeras bailarinas en bailar el Jarabe Tapatío ataviada con la vestimenta tradicional de la China Poblana, durante una gira que realizó en México.
Anna Pávlova falleció un día como hoy pero de 1931 a los 49 años, después de contraer una infección pulmonar en un accidente ferroviario mientras estaba de gira. Siempre será recordada por su interpretación de ballets románticos como Giselle, La bella durmiente, Coppélia, El lago de los cisnes, Las Sílfides, y su entrañable muerte del cisne.
La popularidad e impresión que causó Anna en el público australiano y neozelandés fue tan grande, que actualmente los dos países se disputan el mérito de crear el postre “Pávlova” inspirado en la bailarina. Se trata de un pastel crujiente por dentro y cremoso y ligero por dentro, elaborado con merengue.
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