Por: Fátima Vázquez López/
Estudiante de periodismo de FES Aragón
Los días transcurren al igual que los años en el “Parque del Mestizaje”, en la alcaldía Gustavo A. Madero, vehículos recorren su alrededor para llegar a sus diferentes destinos. Personas caminan por ahí, contemplando la vista y el momento, niños llegan gustosos para jugar en los jardines y los diferentes juegos. Todos conocen el lugar por los famosos “Indios Verdes” que contemplan el pasar de la vida desde lo alto de su pedestal, alrededor de magueyes que complementan su monumento, ellos han “visto” pasar a muchos rostros, nunca olvidando las diferentes épocas y lugares en los que han estado, ni mucho menos su verdadero propósito de creación.
Me encontraba caminando por el parque cuando a lo lejos escuché las voces de estos dos personajes.
- Muchas de las personas que pasan por este hermoso parque no saben nuestros nombres, ni siquiera porque estamos aquí.- Le comenta Itzcóatl a su compañero Ahuízotl.
- Hemos sido parte de tanta historia de nuestro país y piensan que somos solamente puntos de referencia.- Le responde Ahuítzotl, un poco triste.
Al escucharlos decidí acercarme para preguntarles acerca de su pasado y con esto poder informar a muchos otros ciudadanos.
- Disculpen lamento entrometerme en su conversación, pero quisiera saber si me pudieran contar su historia. – Comenté un poco preocupada de que no me respondieran.
Las dos estatuas un poco confundidas de que alguien se interesara, comenzaron a contarme quienes eran.
- Yo soy Izcóatl, mi nombre proviene del náhuatl que significa “La serpiente de obsidiana’‘, fui el cuarto tlatoani de los mexicas, sacerdote y reformador religioso. Mi padre fue Acamapichtli, primer tlatoani y mi madre fue hija de Tezozómoc, señor de Azcapotzalco. Durante mi gobierno se realizó la primera gran etapa expansiva mexica. Antes de ser elegido tlatoani desempeñé como tlacochcálcatl, que significa jefe de la casa de armas, es decir tuve el máximo cargo militar. También, establecí la Triple Alianza con Tacuba y Texcoco, formalizando así la estructura política en donde Tenochtitlan se convirtió en la cabeza del imperio y en el principal receptor de los tributos de los diferentes pueblos-.
Respondió el emperador. El más viejo de los dos quien sostiene un arma entre sus dos manos.
Luego fue el turno de Ahuítzotl
- Mi nombre significa “Espinas del Río”, fui tlatoani, llevé a los mexicas, en un tiempo relativamente corto, a dominar prácticamente todo el centro y sur de México. Además fui un gran guerrero, también fui líder religioso, diplomático y economista. Supe convencer y comerciar con los diferentes pueblos vecinos para abrir las puertas de nuestro Imperio; construí el acueducto para llevar agua de Coyoacán a Tenochtitlán, que desgraciadamente provocó una gran inundación en la que morí por accidente. – Respondió el tlatoani que se caracteriza por tener dos armas en sus dos manos, un casco de guerrero jaguar, y una capa de piel de este mismo felino.
- ¿Ustedes fueron creados para hacer honor a estos dos personajes de la historia? ¿Por qué no están en algún museo?
- Nosotros si íbamos a estar en un museo, pero por nuestro tamaño, no pudimos participar en él, es por eso que nos quedamos en México.-
- ¿A qué museo iban a participar?, ¿Hace cuanto fue eso?, ¿Quién los creó? –
Izcóatl prosiguió con la historia:
- Nosotros fuimos creados con el objetivo de participar en la Exposición Universal en París, Francia, aquí todos los países mostrarían lo mejor de su cultura o lo más representativo. Esto ocurrió el 31 de mayo de 1889, el mismo día en el que se dio a conocer a la Torre Eiffel.
Fuimos creados por Ajandro Cassarin Salinas, invitado por Antonio Peñafiel y Antonio Anza, a petición de la Secretaría de Fomento de México.
Nuestra composición es de bronce, medimos 4 metros de altura y pesamos 3 toneladas, por esta razón, no pudimos participar en el evento, no había forma de transportarnos.
Así que, para que no faltará nuestro país en esta gran exposición, se decidió que el escultor Jesús F. Contreras, esculpiera efigies de Itzcoatl, Nezahualcoyotl y Totoquihuatzin, cada uno en placas de 360 por 225 centímetros, estas fueron creadas en Francia por la empresa Thiébaut Frére Foundeurs, estas fueron las que se presentaron en la exposición de ese año. Actualmente nuestros compañeros, se encuentran en la esquina de Tacuba y Filomeno Mata, junto al Museo del Ejército, en el centro de la Ciudad de México. –
- ¿Y quién era Alejandro Cassarin?.
- Era un hombre elegante, disfrutaba de muy buena reputación en México, era conocido como pintor de género, vendió varios cuadros en nuestro país y en Estados Unidos, aunque no todo fue felicidad, después de eso pasó por muchos apuros económicos, fue deportado a Francia con motivo de la intervención del ejército Galo a México, ahí trabajó con los pintores Corot y Millet, dicen que se infiltró a un baile en el que llamó tanto la atención, que llegó a conocer a Napoleón III. Lo último que supimos de él gracias a los diferentes rumores, fue que se enfrentó a duelo con un diplomático francés por no haber rendido honores al lábaro patrio mexicano, ahí resultó vencido y muerto en enfrentamiento, señaló Izcóatl.
Dos grandes estatuas creadas por uno de los mejores artistas del momento y no pudieron ser transportadas a la Ciudad de la Luz.
–¿Cómo fue que llegaron a este parque?, ¿Siempre han estado aquí? –
Enseguida, Ahuítzotl tomó la palabra:
- Nos consideramos como nómadas de la ciudad, hemos estado en muchos lugares a lo largo de nuestra existencia, y hemos visto crecer y evolucionar a la ciudad de una manera impresionante.
Primero fuimos colocados en Paseo de la Reforma, casi esquina de lo que hoy es Bucareli en el año de 1881. Después de eso de 1901 a 1931 estuvimos en el entonces llamado Paseo de la Viga, que en 1921 cambió a ser conocida como Calzada de la Viga. En el año de 1939 fuimos transportados por tercera vez, nos colocaron en Insurgentes Norte, antes se le conocía como la carretera de Laredo, a la salida de la carretera México-Pachuca.
Luego de eso, por cuarta ocasión en el año de 1979 fuimos removidos 500 metros de donde estábamos, con motivo de la creación del metro que lleva nuestros apodos, “Indios Verdes”, esto para que fuéramos símbolo de dicha estación.
Cuando pensábamos que ya no nos iban a mover, sucedió nuestro último traslado; en el año 2005 decidieron cambiarnos a este parque, esto porque nos consideraban un estorbo mientras creaban la Línea Uno del Metrobús, pero creemos que este parque es el mejor lugar en el que nos pudieron dejar.-
Al terminar Iztcóalt agregó:
- ¡No olvides nuestro mini traslado que tuvimos en el 2011! – dijo un poco ansioso de que terminara de manera correcta la narración.
- ¡Claro!, lo olvidaba, en el año 2011 nos regresaron a nuestro primer lugar, Paseo de la Reforma. Esto por motivo de la campaña del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), con el fin de crear conciencia en la sociedad y que fuera libre de racismo. –
- ¡Vaya!, de verdad que su historia es muy interesante, pero quisiera saber más. Si fueron creados con bronce, ¿Por qué tienen ese color verde? –
Iztcóalt respondió:
- Nuestro color original era el del bronce, pero gracias al pasar de los años, la lluvia, el sol y la humedad, nuestro material hizo reacción química y nos volvimos de un color verdoso, a este efecto se le conoce como pátina, por esta razón, nos comenzaron a llamar Indios Verdes, pero después de esto las autoridades nos pintaron de este color a propósito. – Dijo, señalándose el cuerpo completo.
Dos esculturas tan importantes en la historia artística de nuestro país deberían estar en un lugar con más visitantes y menos conflictos vehiculares, en el que expliquen y les den valor a su verdadero propósito de creación. Tal es el olvido de este monumento por parte de las autoridades que ni siquiera tienen una placa con sus nombres, generando desinterés y desconocimiento en su historia, provocando así su olvido a través de los tiempos.
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