Por: Redacción
En una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la cultura no debiera tratarse como una mercancía más, sino ocupar un lugar central en el proceso de desarrollo de México y ser entendida como garantía del ejercicio de los derechos humanos, coincidieron en señalar especialistas reunidos en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Legisladores, investigadores, cineastas, músicos, editores y funcionarios de la Secretaría de Economía asistieron al Seminario El sector cultural. Propuestas para un nuevo Tratado de Libre Comercio, convocado por el Periódico El Economista y el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) de la Unidad Xochimilco de la Casa abierta al tiempo.
El doctor Javier Esteinou Madrid, investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM, consideró “fundamental que el Estado rescate su función rectora en el campo de la cultura y la comunicación y ya no la deje en las manos salvajes de las fuerzas del mercado”.
También es primordial plantear una moratoria en términos culturales, “hasta no evaluar qué tenemos que pactar nuevamente” y que los mexicanos “exijamos al que se cumpla” con lo pactado en el campo de la cultura, por ejemplo en el Tratado Fundamental de la Diversidad Cultural.
El maestro Jorge Bravo, director editorial de Mediatelecom, dijo que en la relación trilateral, Estados Unidos tiene 85 por ciento de los ingresos en el sector de las tecnologías de la comunicación, sin embargo cuando se negoció el TLCAN la economía digital no formaba parte de la discusión, “lo que habla de la vertiginosidad” del sector electrónico.
México tiene superávit comercial mínimo, pues “exportamos más de lo que importamos, lo que en parte es natural porque son tecnologías bidireccionales” y de hecho el comercio de minutos entre México y Estados Unidos es el segundo más grande en el mundo, ubicado arriba de la Unión Europea y sólo debajo de India.
Una negociación “estaría buscando eliminar las barreras digitales al comercio”, subrayó. En 2013 fue aprobado el derecho al acceso de las nuevas tecnologías de la información; por lo que una primera propuesta sería garantizar ese derecho.
En la sociedad de la información ya no generan riqueza los bienes materiales, sino la innovación, la información y la cultura “y ahí podemos tener una serie de ventajas como país emergente, porque contamos con una enorme diversidad y ahora las tecnologías son habilitadoras de diferentes garantías como el derecho a la cultura”.
El presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), Carlos Anaya Rosique, señaló que la industria editorial es la de los derechos de autor “y uno de los grandes temas del TLCAN es que se dejaron libres estos temas”, por lo que la posibilidad de una renegociación significaría la posibilidad de reservar y darle excepcionalidad a ese asunto.
La idea de una renegociación en términos editoriales, dijo, sería propiciar el desarrollo comercial en beneficio de la cadena de valor del libro, a través de la promoción de las fortalezas de la cultura escrita y el intercambio de autores.
El cineasta Víctor Ugalde ofreció algunos datos para explicar lo que denominó “el desastre” en el sector de la industria cinematográfica y señaló que antes del TLCAN, Estados Unidos facturaba entre 30 y 37 por ciento de los ingresos nacionales y su cine lo veía un porcentaje “minoritario”. Hoy las empresas norteamericanas registran más de 90 por ciento de los ingresos nacionales y sus contenidos llegan a 100 por ciento de los habitantes.
Antes existía una cadena productiva sana y gracias a eso 80 por ciento de los inversionistas privados podía recuperar sus ingresos y ganar; hoy “tenemos una situación pervertida que nos arruina a los que invertimos en la producción cinematográfica y en la cual sólo 10 por ciento alcanza a recuperar y obtener algo”.
La mayoría “perdemos nuestras inversiones” por lo que el Estado mexicano ha tenido que impulsar una política de gastos para que los productores no desaparezcan, pues si en este momento se retiraran los apoyos, el número de películas realizadas se reduciría de 162 de 2016 a 30 o 40 en el presente año.
Las empresas trasnacionales han sido las grandes ganadoras del TLCAN después de 23 años, por lo que en un pacto “debemos hacer un balance de cómo está y en qué parte necesita apoyo la industria fílmica; tener siempre presentes los tratados firmados por México en la materia y que mientras no se consulte a la comunidad se mantenga y se cumpla lo que está escrito, “porque no se han utilizado los mecanismos de defensa de las industrias culturales ya establecidos”.
La senadora María Marcela Torres Peimbert invitó a los asistentes a que “antes de salir a negociar hagamos una ley de cultura que realmente defienda a nuestros creadores”.
La legisladora comentó que en Estados Unidos los poderes legislativo y judicial están encauzando las propuestas de Donald Trump y parece que ellos “sí están viendo el riesgo enorme que puede tener el renegociar el TLCAN”, lo que hace prever que sólo se harán pequeños ajustes al acuerdo, lo que puede traer “aspectos positivos y negativos para las mexicanas y los mexicanos”.
El licenciado Salvador Álvarez Behar, director general para América del Norte de la Secretaría de Economía (SE), afirmó que el país está preparado para discutir, modernizar o actualizar el tratado, a pesar de que el proceso sería complicado, pues tiene 22 capítulos.
La SE está dispuesta a recibir las aportaciones de los representantes del sector cultural, pero deben ser muy puntuales, “pues no podemos tratar cláusulas que no estén claramente definidas por nosotros mismos”.
El licenciado Eduardo Cruz Vázquez, coordinador del GRECU, dijo al final que uno de los objetivos de estas actividades es establecer una comunicación básica con la SE, porque lo que Trump ha dicho como candidato y presidente sobre el TLCAN abre una oportunidad para hacer una revisión de todos los elementos expuestos en el seminario.
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