Por: Redacción
La obra Karamazov, todo está permitido inició temporada en el Centro Cultural Helénico con una nueva versión, en la cual la interpretación femenina originalmente planteada en el texto por Ylia O. Popesku y María Inés Pintado, a partir de la última novela de Fiódor Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, se une a una mirada masculina.
Y es que en esta versión libre son dos hermanas quienes intentan alejarse de todo lo que podría significar su autodestrucción y escapar de su fatal destino, bajo el yugo de una madre amoral y viciosa.
“El montaje se reestrena después de una revisión al que se suman los actores Raymundo Pastor y Josué Barbaloza, para dar como resultado un montaje más intenso, con un concepto distinto que sigue intentando conservar la esencia de la novela”, explicó el director de la puesta, Hugo Abraham Wirth.
La forma como se cuenta la historia es distinta, pues ahora se incorpora el personaje de Gregor, el prometido de la madre de estas hermanas, un policía y un alcohólico, además de algunos cambios en los elementos escenográficos y de utilería.
De acuerdo con el director, es importante reinventarse, probar cosas nuevas y ver cómo va evolucionando el discurso escénico, por lo cual la escenografía prevalece simple y minimalista, y se privilegian las capacidades actorales que son la raíz del proyecto.
Destacó que a pesar de que parecieran lejanos muchos de los temas que aborda la novela, éstos siguen vigentes, de ahí que una de las razones para escoger esta obra tenga que ver con el sentido de la impunidad y la falta de sensibilidad hacia lo que le pasa a los otros, fundado hacia el egoísmo y los intereses propios.
“Hay referencias a la cultura rusa y a cierta época, sin embargo se neutraliza en el aspecto general; es un espacio-tiempo suspendido que nos habla de lo actual y nuestro contexto. Creemos que habla de lo que vivimos actualmente en nuestro país”.
El eje de esta historia, dijo, es hablar del dolor humano a partir de ciertos resentimientos entre dos hermanas que tienen visiones distintas de la vida y deseos diferentes.
“Habla de la poca fraternidad que puede existir entre ellas, el odio a su madre y esa teoría de que actualmente todo está permitido y puede haber un crimen o una injusticia y a nadie le importa”.
Hugo Abraham Wirth agregó que el montaje resultará refrescante para aquellos que conocen la obra de Dostoyevski, y para aquellos que no estén familiarizados con el escritor ruso será una oportunidad para acercarse a él y descubrir este universo interesante que plantea.
El resto del elenco está conformado por las mismas Ylia O. Popesku y María Inés Pintado. El diseño de escenografía e iluminación corre a cargo de Carolina Jiménez, el vestuario es de Adela Cortázar y el diseño sonoro es un trabajo de Vicente Rodríguez.
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