Por: Nilda Olvera/
A lo largo de la historia, la educación es tema constante para la formación académica y laboral de las personas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se ha desempeñado para llevar a cabo estos propósitos a la población y quienes durante varias décadas han sido testigo de los constantes cambios característicos que ha sufrido, como su escudo y lema.
Actualmente éste es conformado por dos aves, un águila mexicana que representa al México legendario y un cóndor recuerda la epopeya colectiva de los pueblos hermanos del continente, en medio de ambos se puede visualizar un mapa de América Latina y en la parte inferior se encuentran dos volcanes y un nopal que alude al del escudo de la bandera del país.
En la parte superior se aprecia el nombre de la institución y en medio se halla la frase representativa de la universidad “Por mi raza hablará el espíritu”, expresión que hace referencia a que somos una manifestación del mundo, en el que elaboremos una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima, siendo una especie de guía para la humanidad. A la vez refleja la realidad de una época en la que las esperanzas de la Revolución estaban vivas y la palabra raza, es una abreviación de la “raza cósmica”, que refiere el mestizaje de nuestro continente.
Ésta se le alude a José Vasconcelos, que en aquel tiempo fungía como rector de la UNAM. El cual a la fecha es considerado como el primer reformador de la educación, que desde un principio consideró que la enseñanza debía ser la primera reivindicación social de un pueblo.
Vasconcelos nació el 27 de febrero de 1812, en Oaxaca, fue partidario en la Revolución Mexicana, participando en el movimiento Maderista, se graduó de la carrera de Derecho y posteriormente se designó como titular de la Secretaría de Instrucción Pública, en donde se realizaba la creación de programas de educación a nivel nacional.
Se caracterizó por tener una filosofía educativa humanista, en el que favoreció la cultura, en la que promovió la enseñanza de las artes populares, la pintura y la lectura de los clásicos, también estableció desde talleres hasta bibliotecas.
Durante su estancia como director de la UNAM, propuso al Consejo Universitario cambiar el escudo que se presentaba por un águila en un nopal, enmarcada con la oración patria, ciencia, amor, salud y pueblo, a la que conocemos actualmente. Asimismo, proyectos para construcción de escuelas agrícolas, técnicas e industriales, esto con el propósito de que los alumnos se forjarán con actividades prácticas, que les ayudarán a obtener posibilidades de empleos.
Dichas infraestructuras, muchas veces eran creadas por los estudios hechos por las localizaciones de diferentes regiones y poblados, en las que su organización y funcionamiento era de acuerdo a las necesidades y aspiraciones del lugar, cuyo maestro, era escogido entre los mejores elementos del vecindario. Igualmente se preocupó por alejar de a la Universidad de la imagen elitista, en la que no sólo los privilegiados tuvieran acceso a ella y por mandar a pintar los corredores y el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria (Antiguo Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México), por los muralistas.
Su dedicación lo llevó a ser nombrado doctor honoris por la UNAM. Murió 30 de junio de 1959, a consecuencia de un infarto agudo de miocardio en la Ciudad de México, es recordado por las por llevar la enseñanza a los diferentes sectores con el fin de establecer una ciudadanía intelectual.
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