Por: Nilda Olvera/

Intelectual, atlético, apuesto y hasta mujeriego son algunos de los adjetivos con los que se ha descrito a José López Portillo y Pacheco, quien fue presidente del país entre el 1976 a 1982, sexenio que se caracterizó por el amiguismo, el favoritismo e influyentismo, como la corrupción producida por los actos cometidos por el representante de la República que en un intento para salvar la moneda mexicana nacionalizó la Banca.

Nació un 16 de junio de 1920 en la Ciudad de México, dentro de su sangre corría la ascendencia de letrados, la política y la historia, su abuelo fue José López Portillo y Rojas, un escritor y gobernador de Jalisco a principios del siglo XX, su padre José López Portillo y Weber, estuvo en el escenario de la Decena Trágica como cadete al servicio de Francisco I. Madero.

Estudió en la primaria junto a dos personalidades importantes de México, Luis Echeverría y Arturo Durazo, mejor conocido como el Negro Durazo, amistades que marcarían toda su vida. Ejerció de abogado en un despacho que tenía, para después dedicarse a pequeños cargos de la burocracia, pasando por la Subsecretaria de la Presidencia, del Patrimonio, la dirección de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y siendo titular en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Posteriormente fue elegido por el expresidente Echeverría por medio del dedazo como su sucesor a la candidatura. Realizando una campaña por toda la República, en la que se presentó ante la sociedad como un hombre poderoso junto el lema “La solución somos todos” y con la imagen de un hombre que hacía ejercicio en sus tiempos libres.

Cuando llegó al mando, su discurso en la toma de poder pidió una tregua para suspender la crisis y propuso un desarrollo económico en tres etapas, dos años de recuperación, dos de consolidación y dos de crecimiento. Cabe destacar que cuando fue el día de las elecciones, fue el único candidato de las elecciones, ya que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana a consecuencia de una alianza entre ellos decidieron presentar el mismo, mientras que el Partido de Acción Nacional (PAN) no lo hizo porque no logró ponerse de acuerdo en que candidato postular.

Desde el inicio les dio a sus familiares cargos importantes, a su primo Guillermo lo puso al frente del Instituto Nacional del Deporte, a su hijo José Ramón lo designó como subsecretario de Programación y Presupuesto, su esposa se dedicó a viajar a distintos países junto con su piano y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México para dar presentaciones y a su hermana Margarita le encomendó la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC).

Esto generaría unas disputas por el control de los fondos destinados al cine, que culminaron con el secuestro de 40 de estos últimos de diversas industrias como el Estudio Churubusco.

Sin olvidar a Durazo, que fue designado como jefe de Policía y Tránsito del Distrito Federal, esto luego de que José viajó a Estados Unidos para pedirle personalmente al gobierno de Gerald Ford que eliminaría la orden de fugitivo, junto con el cargo de tráfico de cocaína de su amigo. Que, durante su vida laboral, se llevaron desapariciones y torturas.

Carente de experiencias políticas, contrató como Secretario de Gobernación a Jesús Reyes Heroles (Don Jesús del gran poder) que se encargó de emprender la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (La Lope), la que otorgaba registro oficial al Partido Comunista y a otras organizaciones de izquierda. Después se promulgó la Ley de Amnistía, que dio libertad a quienes habían militado en grupos guerrilleros pero con la condición de que debían de renunciar a su vía de violencia.

En una ocasión el director General de Petróleos Mexicanos (Pemex), le hizo recibir el mensaje que en el país existían reservas privadas de petróleo previstas por 11 mil 200 millones de barriles. Cuando fueron averiguarlo, el primer pozo tuvo 30 mil barriles diarios, que más adelante creció en forma extraordinaria. En 1977 las reservas aumentaron a 16,800 millones de barriles a 29 000 millones de barriles en 1978, a 40 200 millones de barriles en 1979. Cifras que colocaban a México al nivel de los grandes productores del Golfo Pérsico, como Arabia Saudita.

Y debido a ello Pemex tuvo que duplicar la extracción, la capacidad de refinación, triplicar la producción de petroquímicos y la exportación. Esto se pudo llevar a cabo gracias al financiamiento con crédito externo, haciendo que la deuda creciendo paralelamente a la producción de crudo.

Lo que también cooperó para que se aumentara más la deuda, fueron los gastos excesivos y la corrupción. Para 1981 el precio del petróleo bajó a cuatro dólares, Portillo anunció que se negaba a devaluar la moneda y que defendería al peso como un perro, pero dichos esfuerzos se vieron en contra cuando el peso cayó de 22 a 70 por dólar y como último intento para salvar su gobierno nacionalizó a la Banca Mexicana, que rompió con los lazos del gobierno y de los empresarios, a la vez de designar a Miguel de la Madrid como sucesor.

López Portillo y Pacheco murió por un shock cardiogénico el 17 de febrero del 2004 en la ciudad que lo vio crecer. Quien después de haber vivido el auge de la producción del oro negro, se deslindó de toda responsabilidad cuando su valor cayó económicamente ante el mercado.