Por: Redacción/
Reconocido como uno de los más destacados directores artísticos de Cuba y América Latina, Iván del Prado conducirá a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) en los dos últimos conciertos de la Segunda Temporada 2018 que ofrecerá en el Centro Cultural Roberto Cantoral, el sábado 23 y domingo 24 de junio.
En entrevista, el músico cubano cuya versatilidad ha sido probada en la música sinfónica, la ópera y el ballet, comentó que su presentación con la agrupación de la Secretaría de Cultura capitalina será con un programa “muy sui generis que contiene cuatro obras bastantes representativas de la personalidad y características musicales de los compositores Wolfgang Amadeus Mozart, Darius Milhaud, Joaquín Gutiérrez Heras y Ottorino Respighi”.
“Haremos un programa surrealistamente bello, porque las piezas aparentemente no tienen conexión una con otra; sin embargo, coinciden en ser un viaje musical doble: de Austria llega a conquistar París; desde Francia promueve postales de Brasil y desde México postales de Europa; después saltas a la Italia del siglo XX, pero con reminiscencias de la Edad Media y del Renacimiento”, consideró el director huésped.
Los conciertos de la OFCM, detalló, abrirán con la Sinfonía no.31 en re mayor, París, K. 297 (K. 300a) compuesta y estrenada en 1778 por Mozart (1756-1791) durante la gira que hizo a los 22 años por la capital francesa para ser reconocido como compositor, después del impacto que tuvo en las cortes europeas como niño prodigio.
“La sinfonía en tres movimientos (Allegro assai, Andante y Allegro) es la única mozartiana que usa todo el orgánico sinfónico de la época: vientos en pares más la cuerda, y la primera donde según el autor austriaco usa el clarinete con un estilo de cierta manera francés”, compartió Iván del Prado, quien ostenta la Distinción por la Cultura Nacional, uno de los más altos honores que se confieren a relevantes personalidades cubanas.
Señaló que la crítica fue dura con la obra a pesar de todos los esfuerzos que hizo Mozart para complacer al público parisino. “No fue Francia benévola con el genio de Salzburgo, pero hoy la Sinfonía no.31 es reconocida como una de las composiciones mozartianas más exquisitas y no importa cuáles hayan sido las razones extra musicales que llevaron a su creación”.
El programa continuará con El buey sobre el tejado (Le boeuf sur le toit) Op. 58 del francés Darius Milhaud (1892-1974), “un ballet surrealista con influencia en la música popular brasileña y ninguna sinopsis, que fue concebido como farsa pantomima donde la sucesión de hechos inconexos y personajes bastante ‘cuestionables’ puede dejar a más de uno sin palabras”, apuntó el director catalogado por la crítica como enérgico y apasionado.
En palabras de Del Prado, “la música es el plato fuerte de El buey sobre el tejado (estrenada en el Teatro de los Campos Elíseos el 9 de febrero de 1920), pues en ella Milhaud despliega todo su ingenio como compositor y orquestador, imitando las orquestas del cabaret o el vaudeville francés. La estructura basada en el rondó (composición musical cuyo tema se repite o insinúa varias veces) viaja por todos los tonos mayores y menores”.
La segunda parte del programa de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México ─considerada una de las mejores agrupaciones de México y América Latina que este año cumple su 40 aniversario─, lo integrará Postludio, del mexicano Joaquín Gutiérrez Heras (1927-2012) y Tríptico botticelliano, del italiano Ottorino Respighi (1879-1936).
A Gutiérrez Heras lo conoció Iván del Prado en México a propósito del estreno que hiciera de su concierto para violonchelo. “El maestro era un caballero y su obra es reflejo de su cultura y gusto por la orfebrería musical”, recordó.
Sobre Postludio, escrita para cuerda, dijo que “es una obra exquisita donde lo universal trasciende lo puramente nacional, que refleja el cosmopolitismo de su autor. Posicionada en el pináculo de la creación mexicana del siglo XX, en esta pequeña obra no hay ningún deseo de complacer oídos profanos, mas es una honda reflexión de la existencia, según me contara el propio maestro”.
En cuanto a Tríptico botticelliano de Respighi, continuó, se inspiró en los tres cuadros del pintor florentino Sandro Botticelli (La primavera, La adoración de los magos y El nacimiento de Venus). “Aunque la obra musical está basada en sendas pinturas, la misma no es descriptiva, es más bien la impresión que causa el observar las obras de arte”, explicó.
Para Del Prado, el compositor italiano era un maestro de la orquestación, quien “captó ese halo mágico de la pintura botticelliana. La orquestación es simplemente una obra a la altura de los cuadros del pintor en la que el compositor demuestra su conocimiento por el pasado, el canto gregoriano y los viejos modos de la Iglesia”.
Antes de cada presentación, el director huésped ofrecerá una charla en el vestíbulo del Centro Cultural Roberto Cantoral, por lo que invitó al público a no perder la oportunidad de escuchar más acerca de estas cuatro obras que raramente se incluyen en un repertorio clásico y menos en conjunto. “Mi impronta será llenar de energía y de mucha vida los conciertos de la OFCM”.
Iván del Prado (Holguín, Cuba, 1969) fue nombrado Director Adjunto de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba cuanto sólo tenía 25 años de edad. De 1994 a febrero de 2003 condujo con la agrupación más de 200 conciertos, incluyendo giras dentro y fuera del país caribeño como las temporadas de ópera con la Asociación Prolírica del Perú y el Primer Festival Internacional de Música de Buenos Aires, Argentina.
Fundó la Orquesta de Cámara de La Habana y fue director titular de las orquestas del Gran Teatro de La Habana y de Baja California. También ha participado con agrupaciones sinfónicas de Europa, Asia, Estados Unidos y América Latina. En México ha sido invitado de la Sinfónica de Xalapa, la Filarmónica de Chihuahua y la Orquesta Filarmónica de la CDMX.
Ha trabajado con la soprano Victoria de los Ángeles, los tenores José Carreras y Luigi Alva, los pianistas Jorge Luis Prats y Daniel Barenboim, así como con las agrupaciones Maraca & his Latin Jazz All Stars, César López y Habana Ensemble y el grupo británico Simply Red.
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