Por: Redacción/
Entre sus joyas, la UNAM cuenta con murales de gran formato, que además de representar algún momento histórico de México, constituyen una parte fundamental de la identidad de la Universidad Nacional.
Entre otros, se pueden mencionar “Las fechas en la historia de México o el derecho a la cultura”, de David Alfaro Siqueiros, ubicado en la Torre de Rectoría; “La Universidad, la familia y el deporte en México”, de Diego Rivera, en el Estadio Olímpico; “La ciencia y el trabajo”, de José Chávez Morado, en el auditorio Alfonso Caso.
También, “La superación del hombre por medio de la cultura”, de Francisco Eppens, en el anfiteatro de la Facultad de Odontología, y el emblemático “Representación histórica de la cultura”, del pintor y arquitecto Juan O’Gorman, en el edificio más conocido de la Universidad Nacional en el mundo: la Biblioteca Central.
En su aniversario luctuoso (18 de enero de 1982), la UNAM recuerda a O’Gorman, quien con su obra contribuyó al legado de esta casa de estudios, y a que Ciudad Universitaria sea reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad (UNESCO, 2007) y como el campus más hermoso en Latinoamérica (Times Higher Education, revista especializada en educación, 2018).
“O’Gorman es uno de los grandes artistas de México, hombre de ideas y propuestas, arquitecto, pintor y muralista; dejó su marca en los grandes debates de la cultura mexicana”, dijo Enrique X. de Anda Alanís, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE).
Su mural, expuso, muestra la gran trascendencia de la Universidad, y la Biblioteca Central, donde se ubica, es el edificio mejor identificado de la arquitectura mexicana moderna.
“Representación histórica de la cultura” mide casi cuatro mil metros cuadrados y cubre las cuatro fachadas de la edificación; fue elaborado con más de 150 tipos de piedras naturales de diferentes clases y colores, colectadas en toda la República, y debido a sus dimensiones y características, cada panel fue armado en el piso.
“Desde el principio tuve la idea de hacer mosaicos de piedras de colores en los muros ciegos de los acervos, con la técnica que ya tenía bien experimentada. Con estos mosaicos la biblioteca sería diferente al resto de los edificios de la Ciudad Universitaria, y con esto se le dio carácter mexicano”, expresó O’Gorman en 1948, cuando ideó el mural de la edificación más fotografiada de México.
Cada uno de sus lados narra diferentes etapas de la historia de México: La fachada norte (hacia la Facultad de Filosofía y Letras) representa el pasado prehispánico, donde se pone en juego la dualidad de la vida y la muerte, con deidades como Quetzalcóatl, Tláloc y Huitzilopochtli. La fachada sur (hacia la Torre de Rectoría) ilustra la época de la conquista y el Virreinato; destacan dos grandes círculos que representan el sistema geocéntrico de Ptolomeo y la concepción de Copérnico sobre el Universo.
El muro oriente presenta el mundo contemporáneo, marcando aspectos del progreso social en el país (la ciudad y el campo); además, la historia desde la Revolución Mexicana hasta la modernidad de mediados del siglo XX. Y el muro poniente muestra lo que debería ser la Universidad y el México actual, y al mirar hacia avenida de los Insurgentes, sirve como un identificador de esta casa de estudios.
Biblioteca Central
En cuanto al edificio de la Biblioteca Central, cuya estructura fue hecha en piedra volcánica propia de la zona, el investigador nivel II del SNI recordó que tuvo una excelente recepción en el público, aunque inicialmente fue polémico porque su base es un gran prisma y era complicado resolver esa volumetría; pero O’Gorman, junto con Gustavo María Saavedra y Juan Martínez de Velasco lo resolvieron, ofreciendo espacios funcionales para el estudio y el depósito de libros.
Carlos Lazo, gerente de construcción del proyecto de Ciudad Universitaria, fue quien dio el visto bueno a la obra, con la condición de que no fuera muy costosa, pues no había presupuesto adicional para el recubrimiento con piedras de colores que requería el mural de O’Gorman.
La Biblioteca Central fue proyectada por los arquitectos Saavedra y Martínez de Velasco. En 1948 O’Gorman fue invitado a integrarse al equipo. Su construcción se inició en 1950, en un área total de 16 mil metros cuadrados. El 5 de abril de 1956 abrió sus puertas a la comunidad.
Aunque generalmente se habla del valor y belleza del mural, el universitario destacó sus interiores: una sala de lectura con gran riqueza espacial, que protege con placas de tecali al lector, y conos en su plafón que permiten difundir la luz, además de una terraza muy bien lograda.
O’Gorman
Hijo del pintor irlandés Cecil Crawford O’Gorman, y hermano del reconocido historiador Edmundo O’Gorman, Juan nació en la Ciudad de México en 1905, y a los 17 años conoció a Diego Rivera, de quien fue discípulo.
Estudió en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura, cuando estaba incorporada a San Carlos y convivían pintores, dibujantes y arquitectos. “Fue un hombre de la Universidad que no ejerció el magisterio, pero se formó en ella”, recordó De Anda Alanís.
Entre 1928 y 1934 construyó casas habitación e introdujo el concepto de funcionalidad; además, edificó 26 escuelas primarias de la Secretaría de Educación Pública, y la Casa-Estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo.
“Fue un hombre polifacético en el campo de la arquitectura y la pintura. En la primera con diseños que aprovechaban la armonía, los contrastes y las escalas, y en la pintura mural, con un dibujo excepcional, colores bien ubicados, con una forma clásica de preparar colores para lienzos y muros, lo que le dio una posición importante en la historiografía del arte mexicano”, concluyó el doctor en historia del arte por la Facultad de Filosofía y Letras.
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