Por: Redacción
Un público entusiasta conformado por infantes, jóvenes y padres disfrutaron de las melodiosas voces de 174 niños, de los 32 estados de la República Mexicana, que, en las lenguas náhuatl, wirrárika (huichola), andino, rarámuri, cherokee, maya-chuj, escocés y japonés interpretaron obras de dominio público, en el concierto Voces en Movimiento.
El evento que tuvo lugar en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), se realizó con motivo del cierre de actividades del proyecto de alcance nacional del mismo nombre Voces en movimiento, una iniciativa impulsada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la República, a través del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM).
Expresiones como ¡qué bello! y ¡magnífico!, podían escucharse entre el público que llenó en su totalidad el recinto, quienes escucharon con atención los mensajes de paz, amor y cuidado de la naturaleza que interpretaron los participantes a través del canto y el lenguaje corporal.
La titular de la Secretaría de Cultura, María Cristina García Cepeda, les expresó a los 174 niños y jóvenes al concluir el concierto: “les agradecemos que nos permitan creer de nuevo en el ser humano y en la música, ustedes nos permiten ver que el acercamiento a las expresiones del arte y la cultura nos hacen ser mejores personas”.
El concierto donde la ejecución musical estuvo a cargo de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, con la dirección de Eduardo García Barrios, inició con las primeras notas de la canción Xochipitzáhuatl, el gran telón rojo subió y los niños formados de menor a mayor estatura empezaron con la interpretación de la pieza en lengua náhuatl, desatando los primeros aplausos de la audiencia.
Le siguió una canción divertida conocida por chicos y grandes La marcha de las canicas, composición de Francisco Gabilondo Soler, en su ejecución los niños jugaron y brincaron en una coreografía que contagio a los presentes acompañándolos con las palmas.
A esta interpretación los cantantes -procedentes de 49 coros de Voces en movimiento- continuaron el concierto en lengua huichol con la canción Tríptico, y en maya-chuj Sal negra, pieza que contó con los sonidos de la marimba donde los pequeños dieron vida con movimientos corporales y sonidos vocales a serpientes, conejos, changos y lobos.
La tarde musical siguió con Vasija de barro (andino), en la que apareció el particular sonido de las flautas; Auld Lang syne (escocés), que sorprendió a la audiencia al aparecer de entre público dos gaiteros, quienes acompañaron en la pieza a los cantantes.
En el intermedio, el Ensamble Escénico Vocal del Sistema Nacional de Fomento Musical apareció sobre el escenario para interpretar dos composiciones de José Luis López Santiago: Aye Kothbiro y La bruja.
Tras la proyección de un video en la que la madre naturaleza explica que ella está preparada para evolucionar, puntualizando en que es el hombre quien necesita de ella y no viceversa; los jóvenes intérpretes regresaron al escenario para cantar con distintivos de la cultura rarámuri, Anayawari y en cherokee La Tierra es nuestra madre.
El concierto continuó con otro tema de Gabilondo Soler, Lunada, seguida de una pieza sudafricana Somawasa, cerrando el evento con la interpretación de Alas (a Malala) composición de Arturo Márquez, inspirada en la niña paquistaní Malala, Premio Nobel de la Paz, la cual habla sobre el derecho de los niños y niñas a la educación, generando al concluir una larga ovación de pie hacia los cantantes y la orquesta.
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