Por: Redacción 

Como parte de la conmemoración del 130 aniversario del natalicio de Diego Rivera fue inaugurada la exposición Re-visiones de Norteamérica que, integrada por 193 piezas, dan cuenta del trabajo e influencia que el pintor guanajuatense ejerció en Estados Unidos, durante la primera mitad del siglo XX.

Bocetos, litografías, óleos, fotografías, dibujos, material documental, estudios y apuntes que Diego Rivera realizó para distintas obras que se encuentran en el país vecino del norte, como los murales La industria de Detroit y Alegoría de California, forman parte de la muestra que se presenta en el Museo Mural Diego Rivera hasta el 30 de octubre.

La directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, dijo que con esta exposición la Secretaría de Cultura del Gobierno de la República, a cargo de Rafael Tovar y de Teresa, celebra la trayectoria artística de Diego Rivera, quien inició en 1896 en la Academia de San Carlos, bajo la tutela de pintores como José María Velasco y que continuó en Europa donde participó en movimientos como el post-impresionismo, el puntillismo y sobre todo el cubismo, que lo situaron en la cresta de la vanguardia internacional.

En esta muestra, bajo la curaduría de Juan Coronel, precisó que su obra destaca como la punta de lanza del arte de vanguardia en Estados Unidos y subraya la influencia que su trabajo e ideología tuvieron en ese país, para lo cual se cuenta con nueve piezas que prestó el Museo de Arte Moderno de San Francisco.

También se presentan los apuntes para el mural que hizo en Detroit que, en su mayoría, son desconocidos en México, ya que pertenecen a una colección privada, así como los espléndidos dibujos que sirvieron para sus obras monumentales, además de estudios, fotografías y documentos que ayudan a comprender su gran dimensión creativa.

Fue en 1916 cuando Diego Rivera por primera vez exhibió en Estados Unidos, donde ejerció una enorme influencia y ahora se revisa la trascendencia internacional que tuvo esta figura emblemática del arte en nuestro país.

En la inauguración estuvo presente la hija del pintor guanajuatense, Guadalupe Rivera Marín, quien reveló detalles poco conocidos de su padre, como el hecho de que tuvo un hermano gemelo, Carlos, que era “güerito”, por lo que fue el favorito de su madre. Tras la muerte de Carlos al año y medio de edad, mandaron a Diego a vivir con su nana a un poblado otomí, donde surgió su amor por el mundo indígena y, dijo su hija, pudo sentirse mexicano.

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