Por: Redacción
Una de las más importantes narraciones sobre la historia de los pintores, grabadores, escultores y fotógrafos cuyo trabajo se forjó en México gracias al imaginario de la lucha armada de principios del siglo XX y en las décadas posteriores es presentado en la magna exposición Pinta la Revolución. Arte moderno mexicano 1910-1950.
Después de su éxito en el Museo de Arte de Filadelfia, donde fue vista por más de 120 mil personas, la muestra fue inaugurada en el Museo del Palacio de Bellas Artes por María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura, acompañada por Lidia Camacho, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes; Timothy Rub, director del Museo del Arte de Filadelfia; Roberta Jacobson, Embajadora de Estados Unidos en México y Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes.
María Cristina García Cepeda expresó que la cultura tiende puentes de conocimiento mutuo y nos enriquece como seres humanos, es fuente de diálogo entre las naciones; la cultura mexicana, en su gran variedad de expresiones, es sustento de esa estrecha relación con el mundo: lo universal a partir de la profunda raíz. La exposición propone una lectura de una época de nuestra historia a través de las obras de un periodo luminoso del arte de nuestro país.
Refirió que el trabajo transversal que se lleva a cabo en la Secretaría de Cultura, a través de sus diversas instancias, ha permitido que esta muestra se enriquezca con un ciclo de cine elaborado por la Cineteca Nacional y diversos audios originales que el público podrá disfrutar a lo largo del recorrido y que pertenecen a los acervos de la Fonoteca Nacional.
La secretaria de Cultura detalló que las más de 200 obras que se ofrecen en esta exposición son viva expresión de la epopeya de nuestro pueblo convertida en historia y en arte. Es una visión clara de nuestra tierra y de sus personajes; la mirada al volcán, la luz del amanecer, las fábricas y las extensas llanuras, los obreros y los indígenas, nuestros héroes y artistas, convertidos en símbolos de una nación, con trazos dramáticos y evocaciones épicas que los vinculan al conjunto de nuestra poderosa iconografía.
Timothy Rub, director del Museo de Arte de Filadelfia, dijo que la colaboración de la Secretaría de Cultura ha sido fundamental para lograr el impacto binacional de esta exposición, que ofrece al público internacional una nueva perspectiva sobre el modernismo que conforma los cimientos del arte mexicano del siglo XX, el cual debe aún investigarse pues todavía seduce a cada generación.
Citó que el periódico The New York Times mencionó a Pinta la Revolución como una de las muestras más exitosas de 2016 en Estados Unidos y por ello se espera que su presentación en México atraiga a muchas más personas que vuelvan a conectarse con sus raíces con los nuevos discursos que han entretejido los investigadores dedicados a desentrañar la obra de estos grandes creadores.
Roberta Jacobson, Embajadora de Estados Unidos en México, consideró que esta muestra es un ejemplo del interés que Estados Unidos tiene en México y sus formas de expresión más ricas, a menudo producto de una historia entre países, que se entrelaza.
“Muchos artistas mexicanos expresaron parte de su visión al viajar a lugares como Nueva York y eso queda de manifiesto en este recorrido de obras que sin duda inspiraron a los ciudadanos de ambos países”.
Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, recordó que esta exposición es un ejemplo de la colaboración entre instituciones y abrirá un gran panorama a los jóvenes sobre la riqueza de los grandes exponentes del arte mexicano.
Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes, recordó que para lograr esta gran exposición se tuvo el apoyo de 31 colecciones internacionales y 40 nacionales, cuyas obras en conjunto representaron una de las más importantes exposiciones de arte mexicano que se realizaran en los Estados Unidos.
Agregó que esta exposición marca también un proceso de diálogo con las instituciones culturales de Estados Unidos para seguir mostrando la riqueza cultural de nuestro país.
Durante el recorrido inaugural los curadores explicaron que durante la década de 1910 los artistas mexicanos vieron al modernismo no sólo como una forma de ir acorde con el postimpresionismo internacional, el art nouveau o el cubismo, sino que estaban más interesados en la creación de una estética y una esencia de lo mexicano basado en la historia, las tradiciones y la identidad nacional.
La exposición abre con la emblemática obra Barricada, realizada en 1931 en Nueva York por José Clemente Orozco y que serviría de composición para los murales que realizó en la Escuela Nacional Preparatoria. A unos pasos de esta pintura el público puede encontrar la obra de Francisco de Goitia, de 1914, Paisaje de Zacatecas con ahorcados, que muestra las consecuencias de la famosa batalla que se libró en ese estado a principios del siglo XX.
A continuación las obras de gran formato pintadas en 1919 por Saturnino Herrán, tituladas Alegorías del trabajo, capturan la atención del espectador, junto con la obra cubista Retrato de Martín Díaz Guzmán, de Diego Rivera, la Naturaleza muerta con granadas, de Ángel Zárraga y el Autorretrato con Popocatépetl del Dr. Atl.
Otras piezas que integran la exposición son Homenaje a Juárez, realizada por Rufino Tamayo en 1932, donde un busto en piedra del benemérito de las Américas se contrapone al rostro de una mujer. De igual forma se presenta la obra de Frida Kahlo, Autorretrato con traje de terciopelo, de 1926 y Altar de Dolores, de María Izquierdo, realizado en 1943.
Otros cuadros celebrados por el público tanto en Estados Unidos como en México son el Autorretrato realizado por David Alfaro Siqueiros en 1921, el óleo El holocausto, de Manuel Rodríguez Lozano, la obra Compasión, de Alfredo Ramos Martínez y la pintura Mujeres Mayas, creada en 1921 por Roberto Montenegro, que forma hoy parte del acervo del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
posición se presenta también un audiovisual que ofrece una panorámica de los murales Corrido de la Revolución Agraria y Corrido de la Revolución Proletaria, realizados entre 1926 y 1929 por Diego Rivera en la Secretaría de Educación Pública.
En escultura destacan también las piezas Madre con niño sobre su espalda y Hombre envuelto en un sarape, ambas de Mardonio Magaña.
Finalmente, el público puede disfrutar del cuadro casi desconocido de David Alfaro Siqueiros en el que inmortaliza un concierto del pianista George Gershwin en una sala de conciertos en 1936 y del Retrato de María Izquierdo, de Rufino Tamayo, perteneciente a la colección del Instituto de Arte de Chicago.
La exposición Pinta la Revolución. Arte moderno mexicano 1910-1950 se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes hasta el 7 de mayo de 2017, con horarios de martes a domingos de 10:00 a 18:00 horas. Los domingos la entrada es libre.
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