Por Risso Alberto
Mascaras brillantes con diferentes patrones estampados deambulaban por las escaleras del Auditorio Nacional. Niños y adultos disfrazados de su enmascarado favorito corrían hacia los turibuses capitalinos en los que los luchadores de la Triple A se encontraban, “¡Parka! ¡Octagoncito! ¡Chessman!“ gritaban los fans con la esperanza de que voltearan y les regalaran una foto. Los admiradores, al pie del turibus aventaban sus playeras a los enmascarados en busca de un ansiado autógrafo, mas de un niño – y uno que otro chavorruco– mostraban orgullosos sus playeras firmadas por las estrellas de su predilección.
Los protagonistas del ring se dieron cita en el coloso de Reforma de conciertos para asistir a la ya tradicional peregrinación a la Basílica de Guadalupe, en esta ocasión para recordar a Antonio Peña, fundador de la empresa de promociones profesionales de lucha libre Asistencia, Asesoría y Administración (Triple A).
Una foto de Antonio Peña enmarcada con flores esperaba al mini-contingente de enmascarados justo en la entrada del recinto religioso. Un calor bochornoso sofocaba a las personas que se encontraban en el lugar, muchas de ellas intentando aminorarlo a como diera lugar; ya sea con un gran sombrero y gafas de sol, portando ropa adecuada para el clima o teniendo siempre en mano una botella de agua de diferentes tamaños.
Al filo de las 2 de la tarde, la comitiva que no solo incluía luchadores como Chessman, Villano IV, Octagoncito y Electroshock, sino también a referees como ‘El Tirantes’, edecanes e incluso la propia presidenta del la Triple A, Marisela Peña hermana del fallecido Antonio Peña, arribaron a la explanada de la basílica entre manos que pedían una firma desesperadamente, una fotografía casi instantánea, pisotones y gritos, avanzaron lentamente hasta el pórtico principal del recinto religioso.
Los miembros de la organización de la Triple A – que vestían llamativas camisas tipo polo de color rojo con el logo característico de la empresa- colocaron alrededor del grupo vallas metálicas que apenas si podían contener a las personas emocionadas de ver en persona a los hombres que se rifan el físico en cada función que dan. Después de unos minutos en donde miembros de seguridad de la Basílica aseguraban la misma para evitar incidentes con los frenéticos asistentes, la comitiva completa de la Triple A accedió al interior, poco a poco fueron encontrando su lugar en el reducido espacio que les habían asignado.
Durante la misa se recordó conmovedoramente a Antonio Peña, además de pedirle a “la virgencita” protección para toda la familia Triple A, recordándonos que hasta los gladiadores mas fuertes necesitan del cuidado celestial.
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