Por: Redacción
Al escritor Gustavo Sainz le gustaba conversar de todo. Era un hombre amable, agradable, ingenioso y perseverante, así lo recuerdan amigos cercanos al ensayista y narrador de quien este domingo 26 de junio se cumple el primer aniversario luctuoso.
El escritor dejó a las nuevas generaciones un legado, que no va a ser en plata, pero es una herencia muy valiosa en el plano literario espiritual, detalló el escritor, narrador, guionista, dramaturgo, académico, traductor y periodista José Agustín.
“Nos conocimos en la revista Claudia, donde estábamos trabajando. Teníamos una relación muy estrecha y durante un tiempo recuerdo que, sobre todo, cuando dejé de ser maestro en Estados Unidos y él pasó a ocupar mi lugar, teníamos muchos chismes en común”, refirió el autor de Ciudades desiertas.
Gustavo Sainz nació en la Ciudad de México el 13 de julio de 1940 y murió en Bloomington, Indiana, Estados Unidos, el 26 de junio de 2015. Estudió leyes, filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Como persona fue un hombre muy ingenioso, alegre y perseverante. Era muy agradable y se volvió un espléndido maestro en Estados Unidos”, recordó la pintora Margarita Bermúdez.
“Nos veíamos muy seguido, íbamos a su departamento y paseábamos por la Zona Rosa. Le gustaban mucho las cuestiones de la literatura erótica y todo lo relacionado con la mujer y también conocer gente”, recordó la artista plástica..
El autor de Gazapo fue asesor editorial de la Secretaría de Educación Pública, fundador de la colección SEP-Setentas, el Calendario Ramón López Velarde y La Semana de Bellas Artes; fue jefe del Departamento de Ciencias de la Comunicación y profesor en la UNAM y la University of New Mexico, así como conductor y director de programas de televisión.
Director literario de la Editorial Grijalbo, titular de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, jefe de Redacción de Visión, fundador y director de Eclipse y Siete, fue también editor de Caso Clínico, director artístico de la Revista de Bellas Artes y asesor de Últimas Noticias; colaborador de Caballero, Diorama de la Cultura, El Sol de México, El Universal, La Cultura en México, La Semana de Bellas Artes, Revista Mañana, Últimas Noticias y Visión, entre otras publicaciones.
“Conozco muy bien su obra, leí libro por libro, cronológicamente. Cuando iba a las primeras ferias del Libro de Guadalajara me lo solía encontrar cargado de volúmenes”, reveló el periodista y ensayista Alejandro Toledo.
“Era un hombre erudito. Una de sus herencias es su enorme capacidad como lector, porque leía todo. La figura que tengo de él en las ferias es que estaba ávido por leer a los nuevos y grandes escritores”, detalló.
Gustavo Sainz es autor, entre otros títulos, de Autorretrato con amigos, Gazapo, Obsesivos días circulares, La princesa del Palacio de Hierro, Compadre lobo, Fantasmas aztecas (un pretexto), Ojalá te mueras y otras novelas clandestinas mexicanas.
Además, publicó: Paseo en trapecio, Muchacho en llamas, A la salud de la serpiente, Retablo de inmoderaciones y heresiarcas, La muchacha que tenía la culpa de todo, Salto de tigre blanco, Quiero escribir pero me sale espuma, La novela virtual, Con tinta sangre del corazón, A troche y moche y El tango del desasosiego.
“En estos libros se puede ver que él creaba mundos fantásticos, donde reflejaba su propio universo de cosas y lo que ocurría en México, sobre todo la cuestión social”, relató Margarita Bermúdez.
“Sin embargo, Gazapo para mí es su opus magnum, aunque también me interesan partes de muchos de los libros que escribió después porque tuvo una producción muy abundante”, puntualizó José Agustín.
“A mí me gusta Obsesivos días circulares y Gazapo, ya que son obras donde hay un juego de metaficciones. Su obra es sólida porque plantea una serie de reflexiones literarias dentro del asunto narrativo y es interesante porque va más allá de esa idea caricaturesca que tenemos de la literatura de la Onda”, destacó Alejandro Toledo, autor de Universo Francisco Tario.
Gustavo Sainz fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de las fundaciones Ford, Guggenheim y de la Tinker, así como del National Endowment for the Arts.
El novelista recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores (1974) por La princesa del Palacio de Hierro, y el Premio Nacional de Narrativa Colima para Obra Publicada (2003) por A troche y moche.
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