Por: Redacción/
Ko´ox Óok´ot (que en lengua maya significa “vamos a bailar”) es un grupo de baile folclórico formado por jóvenes de entre 12 y 24 años con alguna discapacidad, quienes buscan hacer la diferencia con su estilo artístico y enviar un mensaje de inclusión a la sociedad.
Vicente Uc Dzul, coordinador del proyecto, cuenta en entrevista que el grupo surgió ante la necesidad de reconocer y difundir el valor en Escárcega de las personas con alguna discapacidad, para demostrar, sobre todo, que su condición no es un impedimento para desarrollarse.
Este nació en las aulas del Centro de Atención Múltiple (CAM) número 12 de dicha ciudad, donde Vicente es profesor. Por tratarse de una localidad con escasos recursos, su inicio tuvo ciertas complicaciones, pero después lograron consolidarse con el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC).
“A los padres de familia se les dificulta comprar el vestuario utilizado en las presentaciones, por lo cual fue bien recibido el apoyo al proyecto”, comenta el entrevistado.
Con bailes folclóricos representativos de Campeche como la jarana, jicaritas, la flor de la malagueña y jarabe criollo, el grupo conformado por doce personas —cuatro con síndrome de Down, dos con sordera y los demás con discapacidad intelectual— “busca mostrar la cultura desde otro ángulo y, a su vez, que se desarrollan socialmente”, puntualiza.
Desde su creación, hace cinco años, los jóvenes han encontrado la simpatía del público, mientras que los padres de familia se sienten orgullosos por el desenvolvimiento de sus hijos: “Están sorprendidos de los movimientos que realizan en el escenario. Hubo una señora que se puso a llorar cuando vio a su hijo bailando”, agrega.
Gracias a esta iniciativa, los participantes han evolucionado en su desarrollo psicosocial, han incrementado su confianza y son más desenvueltos, comenta Vicente al reflexionar sobre el impacto de la danza entre sus alumnos.
Y recuerda que cuando se presentaron en la Primera Jornada Cultural de Educación Especial en Campeche, “los alumnos se sentían superestrellas porque la gente los alababa. La situación de los aplausos fue tan emotiva que impulsó a los niños con síndrome de Down para pasar al escenario y explicar con sus palabras lo que hacen”.
Otra experiencia gratificante, dice, ocurre cuando lo ven en el patio de la escuela y, sin importar el día o la hora, le preguntan “¿Cuándo vamos a ensayar, maestro?”; esto lo motiva a seguir buscando oportunidades que permitan seguir cosechando triunfos individuales y grupales, para lograr así que más familias se involucren, pues cambia positivamente a los bailarines. “Entre más hagamos y trabajemos para el grupo, tendremos mayor participación y Ko´ox Óok´ot continuará”.
“Además de ver una sonrisa a esos chavos, es darles entusiasmo, motivación; a final de cuentas, gracias a un proyecto o un vestuario, pasan de ser personas desapercibidas a estrellas en el escenario”, concluye.
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