Por: Nilda Olvera/
Los romances que entabló Frida Kahlo ya fueran ocasionales o serios, mujeres u hombres, se caracterizaron por ser pasionales e intensos, pero cuyos cariños no pudieron olvidar y hasta reemplazar a los de su esposo, los cuales siempre deseó tener sólo para ella y que le causaron que la mayoría de sus amoríos fueran descritos como relaciones de tres, aunque estuvieran presentes sólo dos personas.
Su vida amorosa con Diego Rivera, tuvo como antecedente varias infidelidades por parte de él, pero el detonante que hizo que Frida decidiera irse del hogar que compartían para darse un tiempo, más no un cierre definitivo de su relación, fue el que se llevó a cabo con su hermana Cristina.
Frida y Diego se conocieron por primera vez cuando él estaba pintando el auditorio de la preparatoria en la que ella estudiaba, aunque ésta se fascinó con su personalidad, dicho encuentro no llegó a más porque ella estaba enamorada de su amigo Alejandro Gómez Arias. Años posteriores, se reencontraron dado que Frida Kahlo fue a su taller a pedirle su opinión sobre unos cuadros para saber si tenía talento para dicha labor, cabe destacar que cuando Diego los vio quedó deslumbrado.
A lo largo de su trayectoria Frida reflejó las impresiones de su infancia, el folclor y la pintura religiosa. Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, Ciudad de México, sus padres fueron Carl Wilhelm Kahl un fotógrafo judío alemán y Matilde Calderón.
De joven se interesó por la medicina, aspecto que le hizo cambiar de opinión debido al accidente que sufrió en el autobús en el que iba rumbo a Coyoacán, el cual colisionó por un camión dejándola gravemente herida. Mediante su recuperación optó pintar las cosas que veía con sus propios ojos, junto con los deseos que no podía cumplir. Con un espejo se dedicó a retratar su aspecto, su primer autorretrato fue para Alejandro para que siempre estuviera en su pensamiento, al mismo tiempo a manera de disculpa por unas infidelidades que ella hizo con anterioridad.
Rivera estudió cubismo en París durante la época de la Revolución Mexicana, a su regreso se unió al Partido Comunista Mexicano y rápidamente se convirtió en uno de los mejores pintores de murales. El amor entre ambos pintores inició con un noviazgo que culminó en el matrimonio en un juzgado, unión que generó innumerables rumores en torno a sus apariencias, ya que ante los ojos del público él no era agraciado, sus rasgos faciales eran toscos, medía más de 1.80m y pesaba 130kg, a comparación de Frida una mujer de cejas pobladas, de piel morena, con vello en la cara, vestida con prendas nacionales, de estatura 1.60 m y menos de 50 kg.
Pero ésto no fue impedimento para ninguno de los dos, sino que él no creía en la monogamia, acción que ocasionó la molestia y la decaída emocional de Kahlo. Que se complementó con los abortos que sufrió, en particular por que tenía la ilusión de convertirse en madre.
Después del descanso que tomaron, tiempo en el que ella se involucró sentimental y sexual con varias personalidades en las que se encuentran el fotógrafo Nickolas Muray, experiencia narrada como apasionada y cariñosa, con Isamu Noguchi corta, pero de tal importancia en la que planeaban vivir juntos y la más recordada hasta la fecha con León Trotsky efectuada más adelante porque fue huésped en su hogar por motivo del asilo político. Eligieron volver a compartir un techo, pero en su domicilio de San Ángel.
Asimismo, su reconciliación no duró por lo que decidieron divorciarse, durante esta etapa Frida se dedicó a crear más obras en las que desahogaba su melancolía por el fracaso de su matrimonio, un ejemplo de ello es “Las dos Fridas”, en la que se aprecia dos Fridas compartiendo un asiento tomándose de la mano, unidas con la vena de su corazón. Periodo que no perduró demasiado porque se volvieron a casar.
El 13 de julio de 1954, murió por una embolia pulmonar en la Casa Azul, misma en la ciudad que la vio crecer. En la actualidad Frida Kahlo se ha convertido en uno de los íconos más representativos a nivel nacional como internacional, entre sus pertenencias que dejó fue un diario con anécdotas personales, que pasó a la historia como un poema de amor a Diego, su verdadero amor.
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