Por: Redacción
Francisco Toledo (Juchitán, Oaxaca, 17 de julio, 1940) tiró una semilla, creció un árbol y emergimos nosotros, dijo el artista plástico juchiteco Sabino Guisu, perteneciente a una generación de creadores oaxaqueños nacidos a mediados de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado.
“Hay un antes y un después en Oaxaca por el maestro Toledo. Con las instituciones que creó es la influencia más grande para las nuevas generaciones de artistas y tiene una importancia enorme en el desarrollo de las artes en el estado en general, no sólo en la pintura”.
Sabino Guisu lo dice con conocimiento de causa a partir de su historia personal, y no oculta su admiración por el pintor, escultor, activista, luchador social, ambientalista, promotor cultural y filántropo oaxaqueño, quien este domingo 17 de julio cumple 76 años.
En Juchitán, Guisu tomó talleres de pintura y modelado en plastilina en la Casa de la Cultura fundada por Francisco Toledo. A finales de 2005 se trasladó a la ciudad de Oaxaca donde consiguió empleo en la Biblioteca de Artes del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), también fundado por el artista plástico.
Es en este recinto donde se resguarda uno de los acervos bibliográficos públicos más importantes de América Latina concerniente a las artes y la literatura y donde el joven artista adquirió el aprendizaje más valioso.
“Trabajé en la biblioteca del IAGO casi cuatro años y aunque estudiaba arte no tenía ideas muy claras, tuve paciencia y al mismo tiempo laboraba en áreas de gráfica, pintura y arte, ese lugar fue el abono de un campo para germinar ideas”.
Sabino Guisu reconoció que busca seguir el ejemplo de quein desde 1993 es Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca, a quien define como poseedor de una capacidad impresionante.
“Es una persona que le das cualquier tipo de material o instrumento y crea una obra de arte. Para mí eso es ser un artista de verdad, tener esa capacidad creativa, tanto mental como con las manos, además de tener una nobleza de corazón y de espíritu”.
Lo describe como un ser amable, muy curioso y creativo que ha dado mucho a Oaxaca, a nivel cultural y ha apoyado numerosas causas enfocadas a la promoción y conservación del patrimonio artístico mexicano.
“Cada día que pasa trato de ser mejor y por qué no, algún día también poder dar algo a cambio, como una biblioteca o crear instituciones como el IAGO, el Pochote, el Centro Fotográfico, la Fonoteca Eduardo Mata, el Centro de las Artes de San Agustín. El maestro ha hecho todo eso sin pedir nada a cambio, es un gran legado que nos da a todos los oaxaqueños. Si existieran muchas personas como él, este país sería diferente”.
El joven, quien ha expuesto en la Miami River Art Fair, la Galería Latin American Masters y la Galería Jesús Villafán, evocó cómo fue su primer encuentro con Francisco Toledo.
“Cuando era niño me regaló un libro de sus dibujos, iba con mi mamá y ella le dijo: dele un consejo porque este niño quiere dedicarse al arte, y él me escribió en mi cuaderno: “Para mi amigo Sabino. Estudia, trabaja y diviértete”. Curiosamente esas son las cosas que he hecho. Vivir y dedicarse a lo que a uno lo hace feliz no se le puede llamar trabajo; hago lo que me gusta, me divierto, me la paso bien”.
Desde el pasado 8 de julio, Sabino Guisu exhibe al lado de Francisco Toledo obras hechas con fieltro en la exposición Afelpados, en la Bodega de la Galería Quetzalli, en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca.
Acreedor a varias becas y residencias internacionales y miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fonca, Demián Flores (Juchitán, 1971) es otro de los artistas oaxaqueños que considera pertinente repetir lo dicho por otras voces: “Si hubiera un Toledo en cada estado, el país sería otro”.
Y es que además de considerarlo uno de los más grandes creadores que hemos tenido, se declara admirador del Toledo artista, pero también del humanista, el ser espiritual, creador de mundos que se desdoblan.
“Con su trabajo y compromiso social –destacó– representa la voluntad esencial del pueblo: su memoria histórica, las múltiples dimensiones de la vida y de los sueños y que basa su existencia en el respeto a la diversidad, a las identidades y a la tolerancia”.
Para Demián Flores, La Curtiduría, espacio en la ciudad de Oaxaca que fundó en 2006 y que en septiembre cumplirá 10 años de actividades, no existiría sin el ejemplo de Toledo.
“La Curtiduría es un espacio creado con el aliento y las enseñanzas del maestro Toledo, es la continuidad de sus proyectos que intenta crear lazos entre el arte y la sociedad”.
Se trata de un lugar que opera en el viejo barrio de Jalatlaco desde una antigua curtiduría de 500 metros cuadrados con un departamento para artistas y docentes, taller de gráfica, salón-estudios y espacio abierto que se adapta orgánicamente a cada una de las propuestas generadas in situ.
Demián Flores, ganador del Mex-I Am Foundation/Vermont Studio Center en 1999, recordó los cientos de grabados que el maestro le dejaba sobre la mesa del IAGO cuando era estudiante de arte, lo que le permitió tener en sus manos obras de Ensor, Posada, Asger Jorn, Alechinski, Tamayo y Leopoldo Méndez.
“Creo que el arte puede cambiar a los individuos y esto lo digo en primera persona, porque si no es por la Casa de la Cultura que Toledo fundó en Juchitán en 1972 –que alimentó mi imaginario y mi pensamiento crítico– y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca –complemento de mi formación visual con una biblioteca que cuenta con un acervo especializado en artes visuales y literatura– creo que mi destino sería otro”.
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