Por: Redacción/
Durante la primera mitad del siglo XX, el arte mexicano cobró relevancia en los Estados Unidos. Muralistas como Diego Rivera (1886-1957), Miguel “El Chamaco” Covarrubias (1904-1957) y Roberto Cueva del Río (1908-1988) plasmaron su obra en distintos edificios públicos y privados. Los frescos de este último artista aún se pueden apreciar en el Instituto Cultural Mexicano (ICM), antigua Embajada de México en Washington, Estados Unidos.
El conjunto de murales creados por Roberto Cueva del Río entre 1933 y 1941, en los que se aprecian escenas de la vida en México, sus tradiciones y su cultura, son intervenidos in situ desde mediados de junio por especialistas del Seminario Taller de Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo (STRAMC), de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), para atender algunos de sus deterioros ocasionados por el paso del tiempo.
La restauración se lleva a cabo a petición de Alberto Fierro Garza, director ejecutivo del ICM —institución que forma parte de la Embajada de México en Estados Unidos—, quien a finales del año pasado solicitó a la escuela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), un diagnóstico del estado de conservación de las obras.
Las restauradoras Ana Lizeth Mata Delgado y Claudia María Coronado García viajaron en febrero pasado a Estados Unidos para evaluar y elaborar un proyecto de conservación, el cual cuenta con el apoyo del Art Conservation Project Grant del Bank of America, gestionado y obtenido por el ICM en 2017.
Nacido en la ciudad de Puebla, Roberto Cueva del Río (1908-1988) estudió en la Academia de San Carlos, durante su juventud trabajó al lado del caricaturista Ernesto García Cabral en el periódico Excélsior, y en 1926 pintó sus primeros murales en escuelas primarias. En 1930 fue recomendado por Diego Rivera para realizar los murales en la Embajada de México en Washington, labor que llevó a cabo dos años después.
Posteriormente, en 1938, creó varios cuadros para museos de Jiquilpan y Pátzcuaro, Michoacán; en 1961 pintó murales para la Escuela Agropecuaria de Chilpancingo, y en 1988 realizó obra de caballete. Asimismo, expuso en la Galería Delphic Studios, en Nueva York.
La maestra Ana Lizeth Mata Delgado, titular del STRAMC y responsable del proyecto, comentó que los frescos se encuentran estables estructuralmente, “sólo presentan fisuras de secado y algunas ocasionadas por el movimiento propio del inmueble, sin embargo, no propician alteraciones significativas”.
Los principales deterioros que presentan —prosiguió la especialista— son suciedad generalizada, manchas, sales y pequeños faltantes de aplanado en las zonas bajas. Algunas de las intervenciones anteriores generaron una variación en las tonalidades, debido a la aplicación de una capa de protección, que provocó amarilleamiento derivado de la oxidación propia de ese material, lo cual alteró la percepción de los trazos y colores originales.
Como parte del proceso de intervención se efectuó el registro gráfico y fotográfico de los murales, se hicieron estudios con luz ultravioleta, muestras al microscopio, análisis de la imagen, pruebas de solubilidad, pequeñas calas de limpieza; se retiró polvo y material ajeno de superficie. Asimismo, se hizo una limpieza físico-química para eliminar aquellos materiales ajenos a la obra y que la distorsionan. También se hará resane de faltantes, reintegración cromática y tomas fotográficas al final del proceso.
Mata Delgado señaló que en esta primera fase de restauración se intervienen los murales Tehuantepec I y II y Escena rural, la cual concluirá a finales de julio. En la segunda temporada, que inicia en agosto próximo y se concluirá a finales de mes, se plantea trabajar los frescos México industrial, Panamericano, Descubrimiento de América y México precolombino.
Los murales presentan formas irregulares debido a que se ubican en el cubo de la escalera del ICM, sus medidas promedio son de 6.5 metros x 4 metros. Los dos primeros, Tehuantepec I y II, hacen referencia a la fiesta de las flores en la región oaxaqueña, en ellos se distinguen danzantes con atuendos precolombinos y una gran variedad de flora y fauna.
En Escena rural se aprecia una vista del Valle de México con los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y en la parte baja una imagen costumbrista. En el mural denominado México industrial se ve la transformación del ámbito campirano de la charrería a la modernidad representada por aviones, industrias y una planta hidroeléctrica.
Panamericano y Descubrimiento de América están separados por un ventanal que aprovechó Cueva del Río para desarrollar dos temáticas: en un lado se muestra la formación del continente americano y sus lazos de amistad a través de un mapa de la región en el que se distinguen los rostros de Benito Juárez, Abraham Lincoln, José Martí, George Washington, Miguel Hidalgo y Simón Bolívar; en el otro aborda la figura de Cristóbal Colón con la bandera de Castilla y León, así como sus embarcaciones.
Finalmente, el fresco México precolombino aborda la fundación de Tenochtitlan, con la escena del águila devorando una serpiente, posada sobre un nopal a la orilla de un lago. Además se observan templos y personajes dedicados a la elaboración de códices, penachos y talla de piedras.
En los trabajos participan cinco restauradores egresados de la ENCRyM: Ana Elena Vivas, Yamile Contreras, Rocío Mota, Astrid Sánchez y Juan Pablo Morales, además de las profesoras Claudia María Coronado y Ana Lizeth Mata.
La restauradora Mata mencionó que estas obras son de gran relevancia dentro de la producción muralística mexicana, llevadas a un contexto extranjero, ya que dan cuenta de la vida en México en la primera mitad del siglo XX. “Para nosotros como conservadores-restauradores es un orgullo aplicar nuestro trabajo en obras que representan a nuestra nación, además es una gran oportunidad para colaborar con instancias mexicanas fuera del país enfocadas a la conservación y que conozcan nuestra labor”.
De igual manera, los murales son de gran relevancia para el ICM, dado que en 2017 recibió más de 18 mil visitantes, y ofrece recorridos (en inglés y español) a estudiantes de todos los niveles. Más de tres mil 850 estudiantes conocen y aprenden de México a través de estos murales. También asisten otros públicos académicos, cuerpo diplomático acreditado en Washington DC, turistas, representantes de instituciones culturales y de investigación, empresarios, entre otros.
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