Por: Redacción
Trasgresora, irónica, mítica y sensible, son algunas de las palabras que se acercan a una definición de la poeta, narradora, ensayista, investigadora y profesora Angelina Muñiz-Huberman, quien este 29 de diciembre cumple 80 años.
La catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) nació en Hyères, Francia, el 29 de diciembre de 1936 y se naturalizó mexicana en 1954.
Estudió el doctorado en letras en la Universidad Nacional Autónoma de México y en lenguas romances en la Universidad de Pennsylvania y la City University of New York, además de que realizó cursos de filología y literatura en El Colegio de México.
Exilio, muerte, guerra, amor, memoria, aventura, caballería, esoterismo, mitos, la Biblia, ambigüedad de las emociones y las pasiones ocultas, son algunas de las constantes en la escritura de esta autora que introdujo la novela neohistórica y la mística sefaradí en la literatura mexicana.
De acuerdo con la poeta y profesora de literatura Jenny Asse Chayo, en su texto Angelina Muñiz: una vida, una obra, Muñiz-Huberman es una mujer que crea obras donde se cruzan y se entrelazan las teorías filosóficas con la experiencia, el conocimiento universal con la sensibilidad íntima, la especulación con el dolor, lo mítico con lo real y la búsqueda trascendente con la manifestación de lo cotidiano.
“Pero lo interesante de la obra de Muñiz es que si bien, como ella misma lo declara, es una escritora que inaugura el tema de la mujer en situaciones extremas y no exentas de humor cruel, no se limita a los temas que tienen que ver con la mujer, sino que los trasciende para dar una cosmovisión personal que no se reduce a una visión ‘femenina’ del mundo”.
Para Angelina Muñiz-Huberman “escribir es un gozo y una aceptada rebeldía que implica transgresión”, de ahí que sus textos sean diversos, ilusorios, mágicos e incluso autobiográficos.
Características que se observan en obras como su autobiografía Angelina Muñiz–Huberman. De cuerpo entero: el juego de escribir; destacan sus cuentos Huerto cerrado, huerto sellado, De magias y prodigios, Las confidentes.
Entre sus ensayos están: El mundo de la mujer (colectivo), La mujer mexicana en el arte (colectivo), El canto del peregrino. Hacia una poética del exilio y El siglo del desencanto.
Además de las novelas Morada interior, La guerra del unicornio, Dulcinea encantada, Molinos sin vientos, El sefardí romántico. La azarosa vida de Mateo Alemán II y La burladora de Toledo, y de su poesía El ojo de la creación, La memoria del aire, La sal en el rostro, La tregua de la inocencia, La pausa figurada y Arritmias.
En una entrevista a Angelina Muñiz-Huberman, realizada por Mariana Bernárdez, publicada con el título En el centro del exilio. Entrevista con Angelina Muñiz-Huberman, la autora declaró que sus obras muestran que el acto de escribir es como un juego.
“Escribir es irte quitando tabúes. Quería que mis primeras novelas no fueran autobiográficas. Poco a poco pude ir entrando en los recuerdos personales. Dulcinea encantada no es autobiográfica sino confesional. Da lo mismo si esas cosas me pasaron o no. Lo importante es la confesión. No tener miedo a despojarte.
“Paso por etapas de caos y orden. Una vez que encuentro el terreno poético me da miedo quedarme encerrada en él y busco otra salida. Entonces reviso mis borradores y pienso que no sirven porque no son poéticos. Se trata de ir mezclando, hasta que llega un momento en que ya no importan estas cosas”.
Angelina Muñiz-Huberman ha sido colaboradora de publicaciones como Proceso, La Jornada Semanal y Cuadernos del Viento, Diálogos, El Rehilete, Hispamérica, Nueva Revista de Filología Hispánica, Sábado, Thesis y Vuelta.
Becaria de la Embajada de Estados Unidos (1958), de El Colegio de México (1958), del Teaching Fellowship, University of Pennsylvania, (1967), Full Time Student Fellowship, City University of New York (1968), del Programa de Estímulos a la Productividad Académica, UNAM (1990), del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (1991) y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (1994-2000 y 2004).
Es ganadora del Premio Magda Donato 1972 por Morada interior, de la Medalla de Jerusalén 1975, Medalla por Comisiones Dictaminadoras de la UNAM 1979, Medalla Novi Lux Orbis Quater Saecularis Anima Patriae de la UNAM 1981.
Además del Premio Xavier Villaurrutia 1985 por Huerto cerrado, huerto sellado, Premio Internacional Fernando Jeno 1988 por De magias y prodigios, Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz 1993 por Dulcinea encantada.
Ha sido merecedora de la Medalla Jerusalén Tres Mil Años 1995, Premio de Poesía José Fuentes Mares 1997 por La memoria del aire, Medalla del Instituto Cultural México-Israel 1999, Woman of Valor Axard por la Hispanic Federation y la American Sephardi Federation 2003 y Premio Universidad Nacional en Creación Artística y Extensión de la Cultura 2003.
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