Por: Montserrat Sánchez Maldonado y Gabriela Espinoza
“Mi abuela es como un río de historias, pero cuando le pregunto por mis papás, el río se seca” así el pequeño Ulises describe la indiferencia que tiene su abuela Clara cuando le cuestiona sobre el paradero de sus padres.
El viaje de Ulises, es puesta en escena que recrea la historia de un niño que vive con su abuela, quien no tiene antecedentes sobre qué pasó con sus padres y que se mezcla con el relato de Odiseo y su plan con el caballo de Troya.
Durante el transcurso de la obra, el pequeño Ulises, plantea muchas preguntas a su abuela Clara, por ejemplo, ¿qué pasó con sus padres? ¿por qué lo abandonaron? ¿por qué desde que tiene memoria no han regresado al pueblo dónde él nació?, interrogantes, que la abuela trata siempre de no responder y de evadir, para evitar que el niño tenga algún contacto con su pasado.
“Pero la verdad es algo que no se puede ocultar para siempre”, ese es el mensaje principal que transmite Virgilio, el hermano de Clara, quién constantemente trata de convencerla para que le hable con sinceridad al pequeño Ulises.
“¡Es que sólo los adultos tienen derecho a saber la verdad!”, exclama el pequeño al mismo tiempo que exige honestidad de su abuela. Sin embargo, su tío Virgilio lo lleva al pueblo donde nació y lo ayuda a encontrar una respuesta a todas sus preguntas.
Es ahí, dónde el panorama deja de ser tan fantasioso, ya que, la descripción del pueblo La Concordia, se basa en la realidad del país, al ser relatado como un espacio abandonado, con calles cerradas y con un cementerio exclusivo para personas no localizada… un pueblo encadenado al miedo.
Mientras recorren el pueblo, Ulises observa todo a su alrededor, escucha, descubre y entiende poco a poco la verdad sobre sus padres: Constanza y Renato, maestros que fueron desaparecidos por tratar de ayudar a su pueblo, por ir en contra de la corriente y querer forjar un destino mejor.
El panteonero Tuburcio, con quien se encuentra el pequeño, trata de explicarle que “las personas que luchan por cambiar el mundo, nunca se van”, a pesar de que no las podamos ver.
Los cuatro actores Circee Rangel, Karla Constantini, Jesús Hernández y Alberto Sigala mantienen la dinámica de ser dos personaje en toda la obra. Ellos pertenecen a la compañía teatral La Valentina y se dan a la tarea de hablarle a los niño sobre el tema de la violencia, “un público que se merecen una explicación profunda de los que pasa y no nada más crean que los malos son mounstruos y las personas desaparecen como si sólo fueran fantasmas”.
La obra se presenta sábados y domingos, a la 1:00 de la tarde, en el Teatro Sergio Magaña, ubicado en la calle Sor Juana Inés de la Cruz 114, en la colonia Santa María La Ribera, cerca del Metro San Cosme. Entrada general $80, 5o por ciento de descuento a estudiantes, maestros y personas con tarjetas del INAPAM y Sépalo.
El 5 y 6 de diciembre son las últimas funciones. ¡No faltes!
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