Por Erik Pérez
“Nadie hay detrás del enmascarado. Todos y ninguno a la Vez”.
Santo, El Enmascarado de Plata
El 16 de noviembre de 2014 el Museo del Juguete Antiguo México (MUJAM) abrió sus puertas a la colección más grande en el mundo en cuanto a objetos de lucha libre. Hoy en día es una sala llena de recuerdos, historias, grandeza de gladiadores y es el sueño cumplido de un niño.
Cada paso en su interior representan una etapa de las generaciones de niños mexicanos y de los deportes con más arraigo en el país: el deporte de las llaves y contrallaves, de máscaras.
El deporte espectáculo tuvo una gran influencia en la niñez que se desarrolló en México en los años 40´s y 50´s, y por ello uno de los mayores coleccionistas de esa época, el ingeniero Roberto Shimizu, habló con Mugs Noticias acerca de la relación que tiene este deporte y sus juguetes representativos con la cultura de nuestro país.
Roberto Shimizu nació en la colonia Doctores en el año de 1945, a pesar de su decencia japonesa, la cultura mexicana fue la que marco su vida y educación, solo tenía 7 años cuando tuvo sus primero acercamientos con la lucha libre, deporte del cual se enamoró y ahora muestra en una sala de este museo en Doctor Olvera número 15, en la colonia Doctores, en la Ciudad de México.
Cuando tuvo edad para comprar juguetes eligió coleccionarlos, pero su pasión por el deporte espectáculo lo llevó a un artículo muy en específico: los luchadores, pequeños muñecos de plástico en posición de toma de réferi, con las palmas abiertas. Y son considerados el único juguete 100 por ciento mexicano.
Hoy después de cincuenta años se enorgullece de tener la última colección.
Al preguntar por el nacimiento de la lucha libre en el país, el ingeniero respondió que esta nació en la década de los treinta del siglo XX debido a la necesidad de tener un deporte que apoyara al Box, el cual pasaba por tiempos difíciles.
De la misma manera comentó que había otras cosas que se ocupaban para hacerlo más atractivo músicas en vivo y se permitió la entrada gratuita de mujeres y niños.
Igualmente se combinaba con funciones de cine.
“En ese entonces se instalaron en México mucha arenitas por todas partes, talleres de carpintería o depósitos de autobuses, eran muy fácil de poner, pues instalas un ring y pones unas bancas.
“Fue entonces que Salvador Lutteroth ve la lucha libre en Estados Unidos y se le ocurre hacer algo similar en México, entonces se buscaron participantes en lugares como las academias de policía, en los clubes donde se practicaban deportes de contacto o de gente fuerte, los equipos de futbol americano o los fisicoculturistas.
“Así comenzaron las clases de lucha libre y las funciones formales en México”, narró Roberto Shimizu.
Sin embargo la lucha se convirtió en un deporte popular hasta los años 50´s con la llegada de la televisión y de un fenómeno exterior como lo era la guerra, al respecto Shimizu comenta que para el año de 1952 él ya contaba con 7 años de edad y las funciones de box eran en blanco y negro y se transmitían por la televisión.
“Los viernes en la noche causaron furor, todos los niños de México crecimos con ellas, fue el primer deporte infantil transmitido por la televisión, no hay niño que tenga mi edad que te pueda decir no me gustaban las luchas porque era un evento familiar, además los luchadores eran seres de otro mundo, míticos, odiados, respetados o insultados esto creó una catarsis y entonces este viene la época grande de la lucha libre”.
♪♫…El Santo, El Cavernario, Blue Demon y el Bulldog…♪♫ dice una vieja canción. La Arena estaba de bote en bote… y así, llenas casi siempre, las aventuras de los luchadores, con sus máscaras multicolor y sus capas brillantes, se trasladaban a historietas y a filmes épicos.
Esas aventuras los llevaron al pasado, a luchas contra momias, vampiros, inventores malvados y bandas delictivas que azolaban a los ciudadanos. Siempre, siempre, luchaban contra ellos y estaban al filo de la muerte.
El coleccionista señaló que otro gran impulsor de la lucha libre fue la Segunda Guerra Mundial, y luego llegaron personajes como Wolf Ruvinski y El Negro Dorrel Dixon, pero a pesar de su tonelaje los mexicanos les ganaban y eso era parte de esa diversión. Era decir les estamos ganando a los gringos y otros extranjeros.
Desde ese entonces Roberto Shimizuo comenzó a coleccionar pequeños objetos del deporte, hasta lograr su creación actual, al respecto de la misma comentó es una colección única porque la mayor parte de quienes poseen objetos de la lucha libre se concentran en máscaras de luchadores.
Sin embargo su colección está compuesta en su mayoría por programas, revistas y documentos personales de los luchadores,” que era lo que a mi más me atraía, esa es la importancia de esta colección”.
Mencionó que en sus objetos hay muchas mascaras originales, no muchas “porque las máscaras eran caras y los luchadores las cuidaban mucho, el primero que empieza a hacer una especie de cambio gracias a que tenía otra mentalidad era El Santo, él hacia máscaras para regalar o muy baratas para empresarios de la lucha o políticos o periodistas, gente que se las pedía”.
En su colección, además hay pinturas y dibujos de José G. Cruz, el creador de Santo El Enmascarado de Plata, quien lo que convirtió al luchador en un ícono de ese deporte, porque G. Cruz lo llevó a ser un héroe mítico a través de aventuras contra nahuales, hombres lobos, momias como brujas.
Así mismo nos comentó acerca de un concurso que el escritor mexicano tenía para recaudar ideas, este consistía en dar una máscara a cambio de cada historia sobrenatural que recibía, lo que lo convirtió en una fuente inagotable de ideas.
Según Shimizu el poder de lectura que G. Cruz generó en México fue tan grande que muchos niños de México aprendieron a leer con sus cuentos, ya que “en esos años la mitad de la población de México era analfabeta y nadie lo cree pero yo pienso que aquí en la Colonia Doctores todos los papas de las vecindades no sabían leer ni escribir, incluso niños de mi edad tenían que ir a la escuela nocturna a aprender a leer y escribir y esté, el cuento del Santo trajo un boom de niños que querían aprender a leer para enterarse de lo que decían los cuentos”.
Al ser cuestionado por la lucha libre en la actualidad, el coleccionista de juguetes respondió que era un estilo muy diferente, desde la misma práctica hasta el sentido de espectáculo.
En los años 50 se ocupaban estrategias de venta como las mujeres que llegaron de los Estados Unidos eran fenomenales y luego nación una generación de grandiosas luchadoras mexicanas, ahora las mujeres luchan enmascaradas casi todas.
“En la actualidad se ocupan herramientas que no corresponden al éxito del deporte, desde los efectos especiales hasta la utilización excesiva de diálogos sobre el ring, esto especialmente en Estados Unidos”.
Contó mientras la vista recorre el salón dedicado a la lucha libre, nace el deseo de jugar con los muñecos, ser uno más de esos héroes enmascarados que hacen rugir arenas como la Coliseo o la México ante los lances o las llaves. Con las lecturas la imaginación vuela y nos lleva a mundos mágicos en los que los deportistas son los ganadores surgidos de un cuadrilátero.
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