Por: Redacción/
La rutina de José Filiberto Antonino Gutiérrez Vázquez comienza a las siete de la mañana con clases de zumba, actividad que le ha valido mantener una condición física envidiable a sus 65 años para ser danzante activo de la camada San Dionisio de Yauhquemehcan, en la que baila ininterrumpidamente desde los ocho años.
José Filiberto es originario de Tlaxcala y es mecánico industrial de profesión, artesano por convicción y herencia, oficio que le valió para ser beneficiado por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) 2018-2019, con el proyecto Creando Penachos.
De esta manera, la camada San Dionisio de Yauhquemehcan, integrada por 16 parejas de danzantes, con la enseñanza del artesano, mejor conocido como Antonino, aprendió a elaborar los penachos que portan orgullosamente durante sus presentaciones.
“La limitante para danzar es la económica, muchos quieren entrarle pero al no contar con los recursos para los trajes ya no se animan. Por eso, pensé que sería bueno implementar un proyecto para ayudarles de esta manera y al mismo tiempo, darle más realce al huehue”, explica el entrevistado.
Existen diferentes tipos de camadas y dependiendo de la camada es el vestuario que utilizan, precisa el maestro José Filiberto. En el caso de San Dionisio de Yauhquemehcan, la indumentaria consta de penacho y espalderas (pantli) con plumas de faisán y de gallo, pechera, camisa, pantaloncillo a la rodilla de terciopelo oscuro bordado y rematado con chaquira y lentejuela, botas largas de piel y máscara de madera con rostro español.
“Un penacho consta de plumaje de faisán cuyo costo está entre 400 a 500 pesos por pluma larga aproximadamente y dependiendo el tamaño del penacho será la cantidad de material que se ocupará”, comenta. Tan solo el penacho más sencillo, en establecimientos, tiene un costo de 30 mil pesos, aproximadamente.
El diseño del traje tradicional incluye también cartón comprimido, telas metálicas de todos los colores, además de las plumas de faisán y de gallo principalmente, “aunque hay personas que tienen mayor poder económico y le pueden meter de guacamaya, quetzal o de otras aves, pero salen muy caras, hay plumas que llegan a costar mil pesos cada una”, destaca el danzante.
Por ello, ser beneficiario del PACMyC ha permitido al maestro artesano y danzante José Filiberto compartir sus conocimientos con los integrantes de la camada de San Dionisio de Yauhquemehcan y así elaborar su indumentaria.
“Orgullosamente podemos decir que en mi camada somos los primeros artesanos completos porque desde las botas, el traje, el penacho, la careta, todo lo hacemos nosotros. El PACMyC nos vino a dar vida y nos ayudó a crear más artesanos. Con este dinero pudimos elaborar 10 penachos, sé que nunca alcanza el dinero, pero seguiré buscando siempre cómo seguir apoyando y que esta tradición no se pierda”, concluye.
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