- Agrupaciones como La Revolución de Emiliano Zapata, Three Sould In My Mind fueron de los principales en generar un nuevo sonido con las bases del Rhythm and Blues, pero con un toque Psicodélico.
Por: César H. Dorado/
Desde la llegada del rock, en México se comenzaron a consolidar una serie de movimientos contraculturales que incentivaron a la juventud a manifestarse. Y aunque el Estado logró reprimir manifestaciones, líderes políticos y llevar la censura a un extremo peligroso, esos movimientos sobrevivieron, porque su legado no fue a través de la violencia y las armas, sino con las artes.
Literatura, pintura, poesía, teatro y música, fueron algunas de las formas en las que los jóvenes enviaban un mensaje de pacificación y severa crítica política y social. En la literatura, personajes como José Agustín y Parménides García Saldaña, dieron un giro al estilo intelectual en el que se escribía, siendo el movimiento Beat uno de sus motores principales para la crítica del sistema, ya que los tópicos de sus obras aterrizaban en la cotidianidad de la gente; los barrios, la pobreza, el peligro y la violencia fueron temas fundamentales para narrar que en México se estaban generando cambios en toda su estructura.
Por parte de la música, aunque el rock and roll era considerado una provocación para los valores tradicionales, cierto era que la producción de ese estilo no estaba interesado en generar crítica social, sino de crear covers con letras románticas que se bailaran al ritmo de twist. En contraparte y a la llegada de los años 70, el panorama político internacional y la innovación que trajeron consigo artistas como The Doors, Jimi Hendrix, Cream, entre muchos más, le abrieron los ojos a otro sector joven de la población, quienes decidieron inclinarse por los sonidos más potentes, cargados de solos de blues y distorsión.
Agrupaciones como La Revolución de Emiliano Zapata, Three Sould In My Mind fueron de los principales en generar un nuevo sonido con las bases del Rhythm and Blues, pero con un toque Psicodélico. Alex Lora, como vocalista del Three Sould y su característica voz aguardientosa, generó “himnos” que narraban el contexto de represión y apatía de las instituciones del país. “Muchos azules en la ciudad, a toda hora queriendo agandallar, ya no los quiero ver más. Y las tocadas de Rock, ya nos las quieren quitar, ya sólo va a poder tocar, el hijo de Díaz Ordaz”, esta última parte haciendo crítica al grupo Love Syndicate de Alfredo Díaz Ordaz.
Pese a que las represiones continuaron, festivales como el de Avándaro, remarcaron ese interés de los jóvenes por manifestarse y querer transformar el mundo a través del arte, aunque fuera de manera clandestina.
Para México fue relevante la llegada y exploración del Punk. Los cambios ya estaban instaurados en todos lados, con ellos, la desigualdad social y la marginación que había traído la centralización de la industria en la ciudad, hizo que muchas personas se asentaran en los alrededores, en barrios que no contaban con los servicios básicos.
La cultura, la política y las formas de consumo se transformaban, con todo eso, los jóvenes se oponían a las instituciones, generando una ideología independiente; crítica y con mensaje, pero también apática ante el resto de problemas.
La ideología del punk inglés, basada en el anarquismo, el antisistema y la autogestión, no escaparon de los rebeldes en México. Con esa perspectiva crítica, al punk se le unieron otros movimientos underground, como el heavy metal y el urbano, quienes en su música plasmaban una realidad alterna a la que se veía en televisión o se cantaban en canciones románticas.
Punk, Heavy Metal, Urbano, Rockers y demás tribus, generaban un mensaje y sus letras funcionaban como crónicas de su entorno; marginalidad, pobreza, desigualdad social y violencia. Agrupaciones como La Banda Bostik, Heavy Nopal, Next, Ramses, Garrobos, entre una inmensidad de músicos virtuosos, enriquecían la cultura musical nacional. Aunque cada uno de ellos se alojaba en su trinchera, poco a poco fueron conviviendo y haciendo que espacios exclusivos se les fueran abriendo.
Deportivos municipales, los famosos “hoyos” o cualquier esquina de los municipios del Estado de México, eran el escenario perfecto para llevar música a la periferia marginal. Contando las historias que ellos escuchan y con un mensaje de reflexión. Poco a poco estos proyectos musicales se fueron apropiando de lugares icónicos como El Tianguis Cultural del Chopo que, pese a los cambios, sigue siendo uno de los símbolos más representativos para la contracultura nacional.
Aunque los años pasen, el público de aquellos íconos del under seguirá fiel, porque con ellos crecieron y evolucionaron en sus historias. La música pasará de generación en generación por los tópicos que utiliza pues, al parecer, nunca cambiarán las situaciones que la Bostik canta en “Viajero” o que Garrobos narra en “Tribus”. La resistencia es clave para los integrantes del movimiento under y así lo han determinado; sacando discos, conviviendo con el público y reuniéndose en eso lugares suyos, para que la cultura no muera.
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