Por: Redacción
La palabra maíz es definida en más de 60 lenguas originarias de México y se complejiza por todo lo que gira en torno a ella, desde la concepción clasificatoria de agrónomos e ideólogos, hasta la defensa del grano como cultura y cosmovisión, pasando por la autonomía alimentaria, la adaptación, gestas, transgénicos, organización, comunidad, negocio, medio ambiente, pasado, libertad, pobreza y dependencia.
La Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) organizó el Ciclo Maíz. Vida y cultura en el que se proyectaron los documentales La milpa agroecológica, dirigido por el doctor José Antonio Paoli Bolio, y El maíz en tiempos de guerra, realizado y producido por Alberto Cortés.
Durante el conversatorio el doctor Paoli Bolio, docente de esa sede académica, explicó que su audiovisual fue realizado con el apoyo de la Asociación Civil Fray Pedro Lorenzo de la Nada –Comité Indígena de Derechos Humanos de Ocosingo, Chiapas– y plantea que para que haya justicia se necesita una milpa agroecológica y que las prácticas de siembra no siguen las tradiciones de antaño, pero las semillas son ancestrales y no se utilizan paquetes agroquímicos.
El académico del Departamento de Educación y Comunicación explicó que dicha comunidad Tzeltal lleva cinco años trabajando las mismas parcelas y la producción de maíz va en aumento.
Aunque oficialmente no hay grano transgénico en México, la empresa Monsanto ha generado una especie híbrida que se agusana o descompone rápido cuando está almacenada, además de que con los fertilizantes utilizados las tierras donde se cultivan empiezan a morir a los cuatro o cinco años.
En el documental El maíz en tiempos de guerra, familias wixárika (huichola), ayuujk (mixe) y dos tzeltales, del norte de Jalisco, Oaxaca y la selva de Chiapas, en ese orden, testimonian desde sus milpas la importancia de la siembra del grano, cómo trabajan la tierra, los peligros que acechan a las semillas; la necesidad de conservar los territorios que dan continuidad a la milpa y la vida de millones de indígenas y campesinos.
“El maíz no se puede separar de las lenguas, las costumbres ni de la vida misma, y es lo que nos muestra este documental, cómo esta planta compone la cotidianidad en esas comunidades”, dijo Cortés.
El investigador y asesor académico en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), José Antonio Serratos Hernández, sostuvo que la lucha de todos los pueblos de México está ligada de una u otra manera al cereal que dio vida a las primeras civilizaciones de Mesoamérica y continúa siendo parte fundamental de su vida y cultura.
En consecuencia, la situación de la agricultura de este producto impacta en primera instancia a los pueblos originarios que luchan por preservar sus costumbres alrededor del maíz y del país en general.
El doctor en biotecnología de plantas lamentó que a pesar de la intensa actividad de la sociedad civil en los últimos años, el cultivo de tipo transgénico se ha dispersado por todo el territorio y para los pueblos y comunidades originarios que han descubierto esta presencia representa una violación y un atentado contra el maíz, contra sus tierras y su cultura.
Adelita San Vicente, directora de la Asociación Civil Semillas de Vida, destacó que las comunidades que participan en el documental El maíz en tiempos de guerra nunca se refieren al tema económico, es decir, que los campesinos siembran para obtener una ganancia.
“Es lo increíble de este país y de esta agricultura campesina indígena, campesindia, que sigue persistiendo en estas condiciones de agrocidio –como dice el doctor Armando Bartra– que los gobiernos neoliberales han impuesto al campo, que es la guerra a que hace referencia este documental”.
Pero a pesar de esa conflagración, ellos siguen defendiendo y recuperando territorios; antes eran peones de una hacienda y ahora tienen su tierra, en el caso de Chiapas, gracias al movimiento zapatista.
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