Por: Griselda Fernández / @greysmagno
Entender un país mediante la historia de cinco décadas de televisión parecería extraño, pero sí es posible, al comprender los lazos entre la empresa Televisa y los políticos mexicanos se puede identificar la importancia e influencia de tres generaciones de Azcárraga, desde la formación de Telesistema Mexicano hasta la consolidación del imperio de ‘El Tigre’ y la más reciente dirección de Azcárraga Jean.
¿Qué pasa en los pasillos de la televisión? El tráfico de drogas, los chantajes, manipulación de artistas, abuso sexual de menores y algunos “favores” a políticos son unas cuantas situaciones que describe Fabrizio Mejía en su libro Nación TV, una novela que se encarga de explicar con tinta periodística y literaria, el crecimiento de la primera televisora en nuestro país.
Lo sorprendente de esta historia que se confunde entre la realidad y la ficción es que los primogénitos nunca han sido elegidos para quedarse con la dirección de Televisa. ¿Qué tuvo que hacer Azcárraga Milmo para adquirir el poder de la televisión? Tal vez… hasta traicionar a su propia familia.
El padre de ‘El Tigre’ nunca confió en su propia sangre, siempre tachaba a su hijo de inútil, irresponsable, incapaz de llegar a ser parte de su extensión empresarial; por ello prefería a Fernando Diez Barroso, el esposo de su hija mayor, Laura. Tras su muerte, Emilio Azcárraga Milmo haría hasta lo imposible por quedarse con la empresa de su padre.
Cada generación comprendió lo que necesitaba el mexicano: ENTRETENIMIENTO, pero no cualquier cosa, algo que le hiciera olvidarse de sus problemas, de lo miserable que era y no había mejor forma que mostrarle a los varones, mujeres inalcanzables, a las amas de casa, telenovelas con la misma historia, donde los desafortunados no lo son tanto y consiguen lo que se “merecen”. Esa es la televisión que han vendido a los mexicanos.
Y no es que las generaciones anteriores quisieran consumir lo que producían, pero era la única opción, era lo que había. Claro que se iban a ver los programas, por supuesto que iban a tener buenos raitings y dado que los tiempos iban cambiando, la televisora también debía hacerlo.
De pronto ya no estaban en pantalla las mismas figuras de siempre, ya no se veía a Jacobo Zabludovsky, el conductor de Siempre en Domingo, Raúl Velasco, ni el cómico Paco Stanley, mucho menos figuras juveniles como Gloria Trevi, entre otros; varios de ellos expulsados de su ‘hogar’ y envueltos en escándalos como narcotráfico, drogas, alcoholismo y trata de blancas.
Y qué decir de la construcción de imagen para poner en la silla presidencial a cierta persona por los beneficios que se contraían, es otro de los temas relevantes.
A la llegada de Emilio Azcárraga Jean las cosas cambiaron, la vida personal se convirtió en un producto, algo consumible, los reality show mostraban la parte “humana”. Pero para la plantilla de trabajadores no fue así, despidieron a decenas de empleados que llevaban años trabajando para ‘El Tigre’ y los escándalos se dejaban pasar, nadie salía a defender a los ex integrantes de la empresa.
En este libro se puede entender a grandes rasgos lo que ocurre detrás de las cámaras y lo más importante, comprender cómo es que vendieron “aire” a los mexicanos (como ellos mismos lo describen), cómo es que lograron hacer tele para los “jodidos”. Sin mencionar que los dos pilares que usaron para mantenernos frente al televisor, siempre han sido: futbol y religión.
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