Por: Redacción
La Cineteca Nacional exhibió uno de los grandes filmes del cineasta y archivista fílmico francés Georges Franju, quien a través de su inquietante obra exploró nuevos horizontes dentro del género de terror.
Se trata de un terror diferente, cuyo origen es interno, proveniente de la angustia y la incertidumbre de uno mismo, así lo expresó la escritora y poeta María Baranda al participar en Charlas sobre cine francés, llevada a cabo el lunes 19 de septiembre en la Sala 4, Arcady Boytler.
Organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, la Dirección de Literatura de la UNAM y la Cineteca Nacional, el ciclo se realiza cada lunes y retoma grandes obras de la literatura francesa que han sido adaptadas al cine. En esta ocasión, Los ojos sin rostro (Les yeux sans visage,1959), fue comentada por la escritora mexicana.
Durante la conversación con el público, la poeta definió la película no como una cinta de terror, sino de “angustia”, al aclarar que “es un terror interno, no es uno donde los personajes griten, sino que son las imágenes las que gritan”.
El filme nos transporta a París, donde un brillante y desquiciado cirujano (Pierre Brasseur), ayudado por su perversa secretaria (Alida Valli), rapta chicas con el fin de utilizar su piel para reconstruir la cara de su hija (Edith Scob), destrozada por un trágico accidente del que él se siente responsable.
“Esta angustia tiene que ver con la pérdida de la identidad, que se ha trabajado también en la literatura y se encuentra tan bien expresada por el director”, dijo, además de expresar que la obra “nos permite sentir un estado de terror interno hacia esa gran pregunta que es: ¿Quién soy?”.
Los ojos sin rostro representa la adaptación al cine de la novela de Jean Redon a manos de Franju, de quien la ponente alabó el “pensamiento poético” al reflejar en sus imágenes una metáfora tan poderosa, relacionada con la existencia misma del ser humano, que el público puede interpretar de manera libre y que en su momento fue calificada como “demasiado violenta” o “nauseabunda”.
María Baranda invitó al público a reflexionar sobre el filme, comparándolo con Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). Enfatizó que ambas producciones son contemporáneas, comparten ciertos rasgos dentro de su temática y que incluso los tintes de suspenso y violencia son similares.
Sin embargo, recalcó, la entrega de origen francés fue objeto de críticas negativas y estuvo al borde de la censura durante mucho tiempo, hasta que por fin ganó cierto reconocimiento a nivel cinematográfico en la década de los ochenta, poco antes de la muerte de su realizador.
En un clima de introspección, los asistentes continuaron el diálogo con la analista y compartieron sus interpretaciones de la película y los simbolismos que en ella se encuentran, como el uso constante de espejos en varias escenas y el énfasis del director sobre las expresivas miradas de sus personajes.
Los ojos sin rostro “me llevó a una reflexión sobre la identidad, sobre qué es el ser más allá de lo que se ve; si perdemos el rostro, los ojos o algo en lo que sentimos que nos reconocemos, que nos hacia afuera. Realmente, ¿esa es la identidad?”, cuestionó.
El ciclo de Charlas sobre cine francés llegará a su fin el próximo lunes 26 de septiembre, a las 18:00 horas, con la proyección de Ascensor para el cadalso (Ascenseur pour l’échafaud, Louis Malle, 1957), comentada por Ana García Bergua. La entrada es libre solicitando las cortesías de acceso en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.
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