Por: Nilda Olvera/

Hoy la historia del país recuerda uno de los acontecimientos más negros de la Guerra Sucia: “El halconazo” o “La matanza del jueves corpus”, como también se le conoce, una marcha pacífica estudiantil que fue reprimida violentamente por un grupo paramilitar, donde miles de jóvenes perdieron la vida en las calles de la Ciudad de México por exigir la libertad política y la democratización de la enseñanza.

Las razones del por qué decidieron manifestarse son varias, después de los eventos ocurridos el dos de octubre de 1968, en el que el gobierno del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz llevó a cabo el asesinato de decenas de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas. Luis Echeverría, liberó con la amnistía de los presos políticos a muchos de ellos, siendo la mayoría maestros y estudiantes que en aquella época lo primero que decidieron hacer cuando fueron liberados fue ir a exponer que seguían con la lucha a pesar de lo ocurrido tres años atrás.

Además, se solidarizaron con la Universidad de Nuevo León quien pedía la solicitud de la derogación de la Ley Orgánica, la cual suprimía la autonomía de ésta y que fue aprobada drásticamente cuando se redujo el presupuesto de la institución, como también la desaparición de grupos porriles en las escuelas de media y superior.

El 10 de junio de 1971, alumnos de diversas universidades entre las cuales destacan la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), se dieron cita en el Casco de Santo Tomás donde recorrerían las avenidas Carpio y de los Maestros para salir a la Calzada México-Tacuba.

Al llegar, varios se percataron que a la altura del Cine Cosmos había una gran cortina de granaderos, mientras que metros más adelante se encontraba una de elementos con varas de kendo que después serían conocidos como los “halcones”, quienes minutos después se enfrentaron contra los manifestantes impidiendo su movilización y privándolos de la libertad.

Unos testigos señalaron que un hombre disparó a quema ropa contra los “halcones” pero que éstos no eran heridos, sino que más bien fue como una señal, ya que a los pocos segundos aparecieron individuos con distintas armas de fuego para acribillarlos, logrando que varios corrieran a refugiarse dentro de las instalaciones de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros y en algunas casas.

El asesinato duró varios minutos y no sólo se limitó a ese momento, pues se sabe que los “halcones” se dirigieron a buscar en los hospitales a los lesionados para poder ‘rematarlos’, por su parte, la policía no intervino para ayudar en el momento de la agresión.

Algunos medios informaron que fueron en total de 120 muertos o menos, pero la realidad es que no se sabe la cifra exacta. Esa misma noche, Echeverría anunció por medio de un mensaje televisivo que se iba a ordenar una investigación de lo ocurrido sin importar quién cayera en el proceso, pero eso nunca se efectuó.

Este suceso pasó a la historia como “El halconazo”, refiriéndose al grupo paramilitar nombrado de esa manera, este grupo fue creado antes de la década de los 70 con objetivo de reprimir cualquier protesta social, estuvo conformado por personas pertenecientes a grupos marginados y violentados de la República y financiado por el mismo gobierno.

Cuando pasaron los sucesos se señaló al coronel Manuel Díaz Escobar, entonces subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal como líder máximo y quien era el que los seleccionaba para integrarlos al grupo y al mismo tiempo era el encargado de entrenarlos.

Debido a los hechos ocurridos el 10 de junio, se tuvo como resultado que muchos jóvenes decidieran optar por la “Guerrilla Urbana”, agrupaciones integradas especialmente por personas que alguna vez militaron en los movimientos de entre los 60 y 80, y que llegaron a la conclusión de que la actitud represiva del gobierno mexicano había cancelado cualquier vía pacífica para la democracia, siendo el único camino la lucha armada. Estos jóvenes obtenían recursos económicos gracias a sus asaltos bancarios y a los secuestros a personas adineradas y de poder.

Al día de hoy, “La matanza del jueves corpus” ha dejado una herida en las generaciones pasadas y actuales de México, que pese a ser un acontecimiento que dejó miles de muertos y desaparecidos, es uno más de las tantas historias de represión ejercidas por parte del gobierno.