Redacción
La maternidad ocupa un lugar central en la vida de las mujeres: es un símbolo, tanto que en el país hay un día festivo dedicado a las madres. Sin embargo, el embarazo es la principal causa de discriminación laboral en la Ciudad de México, refirió Gabriela Gutiérrez Martínez, egresada de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Al impartir la conferencia “Género, haciendo visible lo invisible”, como parte de la iniciativa ONU Mujeres HeForShe, movimiento solidario al que se adhirió esta casa de estudios, la especialista indicó que en el mercado laboral el embarazo sigue siendo una razón de discriminación, pues implica una carga económica para las empresas.
En cambio, en el caso de los hombres la paternidad no representa una carga, sino un sinónimo de responsabilidad, indicó Gabriela Gutiérrez, estudiante del posgrado En Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
En el auditorio Agustín Ayala Castañares del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología(ICML), planteó que la paternidad y maternidad –que teóricamente implicarían cuidar a los hijos– dan significado y valor distintos a ambos conceptos. “Pareciera que la identidad de las mujeres se centra en la maternidad y que esta circunstancia tendría un valor añadido. Sin embargo, este proceso limita su crecimiento académico y profesional”.
Son diversas las formas de invisibilizar el trabajo de ellas, por ejemplo, asumir que su responsabilidad es criar a los hijos como algo inherente a su sexo, además de su exclusión en la participación y toma de decisiones de los grandes movimientos sociales, políticos y económicos.
El concepto de género, agregó, es un constructo social, relacionado con la cultura en la que se vive, con el tiempo histórico que origina una sociedad binaria, es decir, hombres o mujeres, sin partes intermedias. “Esta visión que propicia relaciones desiguales de poder”.
En ese contexto, HeForShe es una campaña solidaria que promueve la igualdad de género históricamente negada, “son conductas que se adquieren de forma sociocultural y por tanto pueden modificarse. La aspiración a la igualdad provoca alterar lo convencional, que los espacios público y privado sean compartidos, que masculino y femenino sean equivalentes y, por tanto, que haya una igualdad de derechos y oportunidades”, aseguró Gutiérrez.
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