Por: Redacción
La reconocida artista mexicana Betsabeé Romero inundó el Zócalo capitalino con trajineras que navegan entre el arte popular y el contemporáneo, para evocar con este medio de transporte a la Gran Tenochtitlan a través de la instalación titulada Canto al Agua, que celebra el Día de Muertos, tradición declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
“Es admirable cómo esta celebración que proviene de lo prehispánico, a pesar de haber sido una cultura colonizada, ha atravesado toda la historia de México y llega hasta ahora traspasando incluso fronteras”, señaló en entrevista la artista, cuya obra forma parte de importantes colecciones en reconocidos museos nacionales e internacionales.
Para Betsabeé Romero esta tradición enlaza a los mexicanos con la compleja e interesante cosmología indígena prehispánica, que tiene una relación muy especial y cíclica con la naturaleza y la muerte, y ha sido una celebración que ha llamado la atención de artistas como Hermenegildo Bustos, José Guadalupe Posada, Frida Kahlo y Tim Burton, la cual abre “la oportunidad, una vez al año, de jugar a contactarnos con nuestros seres queridos”.
“El arte debe ser un espacio de cobijo a lo que el mundo atropella con la velocidad, la sociedad de consumo a ultranza, el individualismo y los valores del mundo actual. Es importante cuestionarlos, que haya algo que ejerza una actividad de resistencia que le dé abrigo a tradiciones y a las preocupaciones a temas que de otra manera quedan muy marginados”, considera Romero.
De acuerdo con la artista, que ha realizado más de 30 exposiciones individuales en México, Estados Unidos y Europa, el arte debe hacer reflexionar a la sociedad sobre las problemáticas actuales y devolver este conocimiento a la calle, al espacio vital donde se mueven los ciudadanos, labor que Betsabeé Romero destaca a través de las 113 trajineras que inundan el Zócalo.
“Hay mucho del arte contemporáneo que se ha vuelto muy críptico, elitista y que responde a este número de individualismo y consumismo donde el mercado es lo que priva y no la vida que tiene adentro una celebración como ésta”, expresó la artista visual, quien ha apostado por la resemantización de símbolos y ritos cotidianos para abordar temas como la migración, el mestizaje y la movilidad.
La artista detalló que las trajineras —que rinden tributo a la Gran Tenochtitlan como una ciudad lacustre que ya murió—, están en el asfalto para evocar el entorno que antes era de agua y enfatizar las problemáticas actuales que tiene la Ciudad de México con la disponibilidad de este líquido vital.
“Esta zona, como toda la parte central, fue el inicio de Tenochtitlan y en su momento estuvo rodeada de canales de agua. Estos no son de Xochimilco, sino de tiempos ancestrales y vienen a recordamos cómo antes se circulaba por agua, en otra manera de vivir el paisaje y de relacionarnos con la naturaleza”, recordó.
En la instalación Canto al Agua, las trajineras ponen a dialogar al arte popular y al contemporáneo a través de calaveras, flores, pan, bebida y sal que representan los elementos del agua, aire, tierra y fuego que deben estar presentes en cada ofrenda, mediante las cuales Romero busca, por otra parte, dignificar el trabajo artesanal.
“Por un lado (la ofrenda) tiene elementos tradicionales expresados y producidos por grandes artesanos con los que he trabajado desde hace muchos años: está el papel picado de aquí del Centro Histórico, los talleres de flores de Jamaica y la cerámica de Dolores Hidalgo, Guanajuato”, compartió la artista.
Alineadas en cinco círculos concéntricos, las trajineras están dedicadas es su línea exterior a recordar a importantes personas de la vida cultural y artística del país, y en sus niveles interiores a problemáticas sociales que desde el punto de vista de la creadora deben erradicarse, colocadas en el espacio público para que el público se sume con una rosa o un mensaje a cada trajinera con la que se identifique.
Entre los personajes que el público encuentra a su paso se encuentran artistas, cineastas, actores, arquitectos y escritores como Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare, por el cuarto centenario de su muerte, así como Umberto Eco, Eduardo Galeano, Ignacio Padilla, Carlos Monsiváis, Teodoro González de León, Darío Fo, Prince, David Bowie, Juan Gabriel, Gonzalo Vega, Evita Muñoz “Chachita” y Rubén Aguirre, “El Profesor Jirafales”, entre muchos más.
Algunas de las causas con las que la artista invita al público visitante a apropiarse de la instalación Canto al Agua son: por el fin y la muerte del tráfico de armas, del narcotráfico, del alcoholismo, del secuestro exprés, de la explotación infantil, de los feminicidios, de los monopolios, del bullying, de la misoginia, de las muertes de periodistas, de las muertes por cáncer, de la homofobia, de la impunidad y del racismo, por mencionar algunas.
Cada trajinera tiene un sistema inalámbrico de iluminación de leds, que garantiza la seguridad de la instalación sin ningún riesgo. El montaje de la instalación comenzó el martes 25 de octubre, el cual ha estado a cargo de los artistas y artesanos que trabajan en el taller de Betsabeé Romero, bajo la supervisión y coordinación de la artista.
“El montaje es como un tejido en el que cada elemento tiene un momento en el que se tiene que poner y no se puede poner el que sigue hasta que no se termina el primero, es como una cuestión piramidal hasta terminar con la luz, que es lo último”, describió.
Desde hace tres años el Gobierno de la Ciudad invita a un artista plástico mexicano a intervenir el espacio. En 2014 fue César Martínez y en 2015 Felipe Ehrenberg.
Canto al Agua, de Betsabeé Romero, es la gran Ofrenda del Zócalo que celebra el Día de Muertos y estará en la plancha de la Plaza de la Constitución hasta el 2 de noviembre para ser visitada por el público, la cual está acompañada por una amplia oferta musical en el Foro Artístico, que puede ser consultada en la página: http://data.cultura.cdmx.gob.
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