Por: Paola González/
El arqueólogo Alfredo Delgado Calderón analizó este relato y llegó a la conclusión de que esta rebelión tiene más elementos de leyenda que de historia. Yanga es el nombre del primer pueblo libre fundado y liberado por una comunidad de esclavos africanos cimarrones que escaparon de sus amos, se le atribuye este nombre gracias al príncipe africano que fundó este grupo el 10 de agosto de 1609.
Esta historia ha sido contada en distintas versiones a lo largo del tiempo, por lo general se centra en los personajes y el uso de las armas, pero el arqueólogo y antropólogo social realizó una minuciosa investigación más allá del mito, consultando diversas fuentes históricas para develar los sucesos detrás de esta leyenda en el estado de Veracruz, y de esta forma decidió compartirla con los cibernautas en la conferencia “Amarrando hilos en los tiempos del COVID La densa trama de los cimarrones de Yanga”.
Fue transmitida por el canal INAH TV en Youtube como parte del ciclo de charlas “Cultura y patrimonio en la actualidad”, la sesión virtual estuvo a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Asimismo, en el marco de la campaña “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura, el profesor e investigador veracruzano manifestó que a la historia le hacen falta piezas que completen la leyenda “Por ejemplo, se supone que Yanga y los demás cimarrones que lo acompañaban escaparon de los trapiches. Y en la consulta realizada encontramos muy pocos molinos, uno fue el de los Tuxtlas, que fue fundado por Cortés en el paraje de Tepeaca; y el ingenio de Orizaba, ambos tenían alrededor de 90 a 100 esclavos”.
Delgado comentó que en la época colonial (lo que hoy es el estado de Veracruz) era un territorio de libertad, prácticamente negros y mulatos vivían libres, pero en el centro del territorio la realidad era diferente, pues las haciendas ganaderas, trapiches e ingenios tenían los esclavos bajo a su poder.
Escaparon algunos cautivos para irse a las montañas convirtiéndose en Cimarrones, de ahí surge el personaje de Yanga cuyo relato se basa en la obra de Francisco Javier Alegre, la cual menciona que los fugados son atacados por las tropas españolas siendo desalojados de las serranías, al final, negocian con ellos y fundan el pueblo de San Lorenzo de los Negros.
“Hay algo que se menciona poco, la mayoría de los esclavos que duraron mucho en el trapiche eran oficiales en la molienda, y por lo general no hacían trabajos pesados a diferencia de los indios de repartimiento que tenían la obligación de trabajar por ley en las estancias ganaderas, en los obrajes, en las minas y en los trapiches”.
En tiempos coloniales los trabajos pesados estaban basados en la esclavitud de los indios y negros procedentes de África; pero muchos de ellos empezaron a huir y se fueron a las montañas y pantanos en donde hicieron caseríos que les llaman palenques (rancherías de Veracruz).
Ya como parte de estas colonias, comenzaron a asaltar en los caminos o a saquear los pueblos de los indios. “Se les consideraba cimarrones como referencia a los animales salvajes montaraces, y es una voz que va a designar a estos esclavos que huyen a estos territorios antes mencionados y crean comunidades”.
El investigador manifestó que en el siglo XVI la mayoría de los esclavos eran domésticos y en las familias adineradas al menos tenían cinco; en las minas habían pocos, y en todas las vetas de la Nueva España había uno de ellos por cada 10 indios.
Los problemas iniciaron hacia 1575-1580, cuando los virreyes en turno emitieron cédulas para que los negros y mulatos libres tuvieran un amo conocido. Estas leyes provocaron que en las estancias ganaderas fueran registradas para que los cimarrones no pasaran de una a otra y que se pagara por el costo del esclavo.
Sin embargo, los cimarrones exigieron una cédula real que les garantizara ser trasladados al puerto, En junio de 1608, el virrey emite dicha cédula para que los alzados del Rio Blanco puedan ir a las ciudades de Puebla y Veracruz, o cualquier otra villa, siempre y cuando lleven un salvoconducto de algunos de los negociadores.
El ponente acotó que los trapicheros nunca estuvieron de acuerdo con esta resolución. Por lo que el alcalde del crimen de la Real Audiencia, Luis López, le escribe al rey externándole la inconformidad del reino de la Nueva España ya que estaba en riesgo por las libertades que tienen los negros y mulatos, siendo los cimarrones el mayor peligro.
Este personaje aprehende a más de 100 cabecillas de los rebeldes y a supuestos “asaltantes”, terminó ejecutando a 16, y como escarmiento los desmiembra y manda sus partes a las villas y rancherías de donde provenían; al resto de ellos los exilió en Filipinas.
En ese momento, la Real Audiencia se enfrentará en contra del Virrey quien acepta que hay marcadas diferencias, pero no opta por un levantamiento de guerra, ya que para él sería muy costoso para la Nueva España.
De este modo, el arqueólogo afirmó que “Con tanto tiempo de sobra, volvimos a revisar el trabajo sobre Yanga, examinamos cientos de expedientes que habíamos dejado en el olvido, Poco a poco surgió más información, nuevos personajes y certezas donde antes solo había suposiciones, enriqueciendo de esta forma la densa trama de San Lorenzo Cerralvo”
Para concluir, Alfredo Delgado dijo que su investigación la finalizó en febrero del año, y se apoyó en la consulta del archivo General de la Nación, el municipal y notarial de Córdoba, de Orizaba y de Jalapa, así como el de Indias, en Sevilla, España.
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