- El caso de Zelda y Scott Fitzgerald, autor de El Gran Gatsby, es de lo más sonados. Por un lado ella terminó sus días calcinada en la clínica en la que se encontraba tratando su esquizofrenia y Scott muerto en su departamento de un ataque al corazón originado por la debilidad física que su alcoholismo le había ido provocando.
Por: Oswaldo Rojas
Las historias de amor son por lo general un centro de atención al cual nos gusta voltear a ver tanto para medir la fuerza con que amamos, como para aprender de ellas lo que nos hace falta en la nuestra. Un buen número de estas narraciones nos gustan principalmente por lo devastador que fue para sus personajes el intentar permanecer juntos.
El caso de Zelda y Scott Fitzgerald, autor de El Gran Gatsby, es de lo más sonados. Por un lado ella terminó sus días calcinada en la clínica en la que se encontraba tratando su esquizofrenia y Scott muerto en su departamento de un ataque al corazón originado por la debilidad física que su alcoholismo le había ido provocando.
Como testimonio de su desventurada historia de amor quedaron las novelas El Gran Gatsby y Suave es la Noche, esta última es un retrato visceral de su relación donde excesos y falta de juicio llevaron al limite sus psiques.
Les compartimos dos de las cartas que la top girl del escritor le dedicó a él. Dos muestras de lo mucho que puede decirse cuando se ama bien y en exceso.
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Otoño de 1930 Clínica Prangins, Nyon (Suiza)Goofy, cariño, ¿a que ha sido un día precioso? Me desperté esta mañana y vi el sol como un regalo de cumpleaños en mi mesa, así que lo abrí y revolotearon en el aire un montón de cosas preciosas: amor a Doo-do y la sensación recordada del roce fresco de la piel del uno en la del otro en otras mañanas como una maestra. Y telefoneaste y dijiste que había escrito algo que te gustaba, por lo que no creo que haya sentido nunca mayor dicha. La luna desaparece en las montañas como un centavo perdido y los campos son negros y acres y deseo que estés para poder acariciarte en la quietud otoñal aún un poco como el último eco del verano. El horizonte se extiende sobre la carretera a Lausana y los campos suculentos como una guillotina y la luna sangra sobre el agua y no estás tan lejos que no pueda oler tu cabello en la brisa secante. Cariño, me gustan estas noches aterciopeladas. Nunca he podido determinar si la noche era un amargo […] o un patrón espléndido, ni si te amo más en los eternos amaneceres clásicos en que se funde con el día, en la plena fanfarria religiosa de medianoche o tal vez en la plenitud del mediodía. De todos modos, te quiero muchísimo y me telefoneaste porque sí esta noche. Caminé por los cables telefónicos dos horas después aguantando tu amor como un parasol para mantener el equilibrio. Cariño mío.[…]Cariño. ¿Te sientes quizá sin rumbo, sorprendido, mirando bastante acusador que no llegue a ocurrir ningún melodrama cuando acabes la obra, como si hubieras cabalgado contra viento y marea con un mensaje para salvar a tu ejército y te encontraras con que el enemigo ha decidido no atacar (tal como te sientes a veces), o eres un niñito precioso con una fiesta a media semana (tal como eres a veces), o estás organizando, dinámico, y arreglando las cosas, como siempre?Te quiero como eres siempre.Buenas noches,
Cariño,Cariño mío cariño cariño cariño cariño
cariño mío cariño cariño cariño cariño
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