Por Arnulfo Roque Huerta
Aquella generación se despedía del colegio, concluían su bachillerato satisfactoriamente, la felicidad inundaba a cada una de las alumnas que veían recompensado todo el esfuerzo realizado durante seis años (tres de secundaria y tres de bachillerato) claro no podían faltar los abrazos, las felicitaciones, una que otra lágrima, buenos deseos y por supuesto la indicación de seguir superándose. Estas chicas habían llegado a la escuela siendo unas pequeñas niñas, ahí habían crecido, ahí se habían descubierto y ahora salían como unas señoritas.
Esa generación en particular era de chicas destacadas en el estudio, en verdad muy inteligentes, capaces y con un brillante futuro; se caracterizaban por aprender fácilmente, nunca daban problemas, realizaban todas las tareas de manera excepcional. Los dieces era lo común para ellas, eran un ejemplo a seguir para sus compañeras que cursaban grados inferiores, sus certificados se veían muy bien con tan buenas notas, ahora solo tenían que continuar con esa inercia e ingresar a cualquier universidad para conseguir un título universitario y de paso dar muestra de lo bien preparadas que habían salido del colegio.
Vi partir a Daniela, se despidió con la promesa de volver con una profesión e impulsar a otras generaciones a continuar, a no darse por vencidas, en su rostro se notaba el hambre de triunfo, estaba convencida de que el mundo la estaba esperando para ser conquistado, pero ella no contaba con que el mundo ya la esperaba no solo para conquistarla sino para devorarla. El mundo abría sus fauces y le daba la bienvenida, ella no lo conocía pues había vivido en uno propio, en donde todas las chicas tenían las mismas oportunidades, donde las soluciones eran simples y eficaces, donde la maldad no hacía morada.
Enfrentarse a la vida real no le fue tan sencillo, poco a poco vio alejarse las posibilidades de una carrera universitaria pues la cobertura de educación superior en México es de solo el 33% de acuerdo a la Secretaría de Educación Pública, claro que era una chica muy inteligente pero se dio cuenta que existían miles igual que ella, se enteró que era muy inteligente pero muy poco competente, había aprendido a resolver problemas matemáticos aunque no problemas reales, aprendió a utilizar las reglas ortográficas y de la lengua pero no a utilizar el habla de manera eficaz; sabía comportarse de manera respetuosa aunque no aprendió a confrontar a personas que no mostraban el mismo comportamiento.
Después de renunciar a la vida como estudiante, se enfocó en otros proyectos, tal vez poner en práctica lo aprendido en el área del corte y confección, tal vez realizar algunas de las manualidades que también había aprendido en la escuela y venderlas o hasta buscar una oportunidad en la industria del modelaje; pero justo cuando se preparaba para todo esto se encontró con un galán de pueblo de esos que les gusta endulzar el oído y pues que la convence de que su amor era puro y verdadero. Ella estaba completamente desarmada en ese ámbito en el colegio nunca le dijeron que podría encontrarse con estas situaciones, el noviazgo no era un tema que se tratará abiertamente pues poco o nada de lo que se tratara de sexualidad se enseñaba en aquella escuela.
Y sí, cómo han de suponer queridos lectores, resultó que aquel Romeo tenía excelente tino y muy pronto Daniela se convirtió en mamá, más del Romeo muy poco se supo después. Daniela vio sus ambiciones terminadas en un lapso muy corto y se sentía muy apenada con sus compañeras con quien había quedado en verse en un futuro cuando todas fueran profesionistas y pudieran viajar juntas alrededor del mundo, pero su consuelo llegó pronto al recibir la noticia de que muchas de aquellas compañeras habían corrido con la misma suerte.
Y así es, muchas alumnas salen de este colegio solo para convertirse en mamás, en gran porcentaje madres solteras; debo aclarar que supe de algunas que continuaron estudiando y siguen superando muchas pruebas, sin embargo son una mayoría aplastante las que no saben cómo enfrentarse al mundo y su cruda realidad.
Seguramente los lectores pensaran que el tipo de escuela (internado católico) a la que asistieron estas chicas es la responsable de esta situación por tener temas tabú, por tratar de mantenerlas en una burbuja y muchos otros argumentos, pero puedo asegurarles que a través de la experiencia y ahora trabajando en colegios mixtos me he dado cuenta que existen problemas similares, pues el mundo real está superando al sistema educativo, ya que las materias básicas han dejado de ser suficientes para sobrevivir a la realidad actual. Los padres de familia han delegado la educación a los profesores, quienes a su vez están faltos de preparación, de interés o de ganas para preparar alumnos competentes; los alumnos no entienden el sistema y el sistema no entiende de educación.
No se trata de buscar culpables de la situación que vive nuestro país en el ámbito educativo, sino de que cada uno tome su rol y responsabilidad. Tal vez no podamos cambiar al mundo pero si podemos renovar el pensamiento mediocre y conformista que se está implantando en nuestros jóvenes, podemos preparar a nuestro chico a tomar mejores decisiones de aquellos que les precedieron; podemos formar estudiantes con la capacidad de aprender, de identificar problemas y resolverlos, en fin formemos hombres y mujeres competentes, no señalemos culpables, apliquemos soluciones, pues como dijo el político ruso Lenin: “Si no eres parte de la solución, eres parte del problema, actúa”.
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