Por: Oswaldo Rojas
El escritor Umberto Eco cumple hoy 83 años de edad y su figura, ya consagrada tanto en las letras como en los círculos semióticos, se mantiene vigente. Especialmente cuando el año pasado levantó polémica por su declaración sobre que “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”.
Dicha sentencia se originó después de que fuera investido con el doctorado honoris causa en el Gran Palacio de la Real Escuela de Equitación en Turín. Los usuarios de las redes mostraron su inconformidad y apoyo, resaltando que un hombre dedicado a la filosofía, a la comunicación, semiólogo de cabecera y acérrimo crítico debe mantener una postura más “correcta” ante las nuevas formas de interacción humana.
Umberto Eco también habló de otros medios como la televisión diciendo que “Ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”, y pidió a los medios “crear un filtro de información con un equipo de especialistas en Internet, porque nadie es capaz de entender hoy en día si un sitio es de confianza o no”.
Poco antes el novelista había causado un revuelo similar, aunque menos sonado, con su más reciente novela Número Cero. En ella en vez de demeritar a las redes sociales lo hacía con la credibilidad y función de los periódicos. En este caso la discusión fue más ligera puesto que vivimos una época en la que los diarios no cuentan con mucho apoyo del público. Aún con eso el autor ya ha declarado que no cree que los medios impresos desaparezcan en años próximos.
Aún con eso Eco sigue siendo considerado uno de los escritores más atractivos del siglo XXI, porque mantiene a sus lectores con thrillers enigmáticos, de alta carga histórica y de fuertes momentos de revelación filosófica. No es un autor fácil de seguir y pocos podrán decir que lo leen con verdadero gusto o sin cierta pesadez pero jamás se dirá que sus novelas son apenas un hit del momento.
Algunos de sus títulos son El nombre de la rosa (1980), El péndulo de Foucault (1988), La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) y El cementerio de Praga (2010).
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