Por: MUGS / Redacción
Una exploración de la poesía sonora como género creativo, producto de la fusión de poemas emitidos por una voz y la tecnología del sonido, fue el eje central de la sesión de escucha Territorios de la poesía sonora.
“La idea fue introducir, acercar, conocer y familiarizar al público con el género de la poesía sonora, es decir, con las practicas que tienen como eje el uso de la voz y la posibilidad de una acción poética con o sin texto, una improvisación o un juego con las palabras, en donde lo sonoro se vuelve un elemento importante”, destacó el también subdirector de Programación Artística de la Fonoteca Nacional, F. Tito Rivas.
La Sala Murray Schafer fue sede de la sesión de escucha donde se presentaron obras de artistas mexicanos y franceses que destacaron por su juego de palabras, deconstrucción, repetición, forma sonora, resonancia fática y sonidos estridentes.
La primera poesía sonora que se escuchó fue Iu Iiiuuu iu, pieza de Luis Quintanilla (Kyn Taniya) -escritor ligado al estridentismo- que juega con los ruidos del lenguaje y de la radio.
Después fue el turno a Leçon de Do, de la francesa Claude Maillard, quien presentó poemas deconstruidos y narrados a través de cada una de las letras que lo componen.
Del artista Ulises Carrión se escuchó Aritmética, generada a partir de “chismes”, donde realiza exploraciones sonoras a través de un juego lúdico de repetición y suma de palabras, y Three spanish pieces, obra que parte de cosas cotidianas y simples, realiza un juego del lenguaje para niños.
El público también escuchó Pocos cocodrilos locos, composición del artista sonoro Manuel Rocha Iturbide, basada en el nombre del poema mural creado por Mathias Goeritz, el cual ofrece un juego de sonidos y palabras.
De Henri Chopin -considerado el iniciador de la poesía sonora en Francia y el mundo- se proyectó un video del artista tocando en vivo, en 2005, Crescendo aux voçémes, creación que utiliza la grabadora de carrete abierto y un micrófono con el cual juega con ritmos, voces y texturas sonoras.
También se escuchó la mezcla experimental Langue biolanguen électrobouche, de Joël Hubaut, quien realiza un juego con lo fático y toma el tartamudeo como figura retórica rítmica.
La pieza Un ave cae, del escritor Eduardo Padilla y del artista sonoro Gonzalo Macías, permitió escuchar una obra sonora con ligereza de texto que se lee de forma seria, pero que al atacarse sonoramente crea un juego experimental melódico, dudativo y de repetición. La sesión de escucha finalizó con Nierica, de Serge Pey y Joachim Montessuis.
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