Por: Redacción/
Como un vehículo de expresión poco convencional que viaja por caminos aún inexplorados para comprender mensajes secretos del cuerpo y descubrir paisajes cambiantes que produce un innovador juego dancístico, Lenguajes extremos representa la libertad sin límites de seres capaces de situarse en cualquier espacio.
Con coreografía de Raymundo Becerril Porras, la pieza –presentada en el Foro Casa de la Paz de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– descifra los vericuetos de una danza a dos cuerpos en avenencia, a cargo de bailarines cuyos movimientos sutiles revelaron un discurso corporal pleno de calidad e inventiva.
Lenguajes extremos inicia con el nacimiento de tres personajes interpretados por Esther García, Luis Neri y Brenda Fuentes, que en sus evoluciones semejaban tres aves pequeñas que al salir del cascarón intentaban comprender el contexto, en un pasaje musicalizado con partituras de Aram Khachaturian y Arvo Pärt.
En paredes y piso se observaban siluetas humanas en dos direcciones, una pintada con tiza en pose fija y otra con luces y sombras en desplazamiento constante para encarnar a personajes que descubrían su propio cuerpo en libertad sin límite y capaces de situarse en cualquier espacio.
En medio de esa autonomía, los protagonistas concluyen que el único linde para transitar sin oposición es otra ave y en ese momento las dos hembras se enfrentan, en un duelo de lances y ejecuciones por adueñarse del territorio: la vencedora desplegará entonces en el escenario un acto ritual con el macho como símbolo de dominio.
Después llegarían la calma y la convivencia en paz y tranquilidad para culminar, como el principio, en oscuridad y silencio absolutos, interrumpidos sólo por la ovación del público.
El autor comentó que cada acto reflejó pureza acústica, armónica y visual, destacando que con su entrega “los bailarines mantuvieron a los espectadores inmersos y comprometidos con el performance, ya que comprendieron la mayoría de las emociones simbolizadas”. El vestuario y la escenografía fueron diseñados por la compañía Homoescénico; el maquillaje y la iluminación de Becerril Porras.
La UAM, Casa abierta al tiempo… y a la solidaridad.
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