Por: Redacción/

Con la narración de cuentos, poemas, mitos, leyendas y anécdotas. Apoyados de gestos, la voz y la expresión corporal para compartir historias de distintas temáticas y hacer volar la imaginación concluyó, en la Sala Manuel M. Ponce del Teatro de Bellas Artes, el XXIX Festival Internacional de Narración Oral Cuéntalee México, en esta capital para proseguir en Guadalajara.

Reunidos como una hermandad, identificados por su amor a la literatura y el deseo de hacer llevar la palabra al corazón de niños, adultos y adolescentes, representantes de Argentina, Cuba, España, Martinica-Francia, Panamá, Venezuela, Costa Rica y México enriquecieron la realidad, el imaginario y la creatividad del público fomentado el gusto por la lectura y la literatura con imaginación.

El espectáculo de clausura fue abierto por los narradores nacionales: Juan Castrejón, Gahdiel Andrade, Rosa Margarita Ibarra, Arturo Méndez y Sara Rojo, quienes con sus voces y actuaciones hicieron que cada historia fuera como una película vivida.

Juan Castrejón contó la historia de Jorgito y su madre con quien después de haber pasado los apuros matutinos para llegar a la escuela voló con ella el papalote que armó para no olvidar nunca esos momentos.

Gahdiel narró el cuento de los osos apestoso, quienes peleaban porque uno de los dos emanaba el olor más desagradable. Así lo aseveran cada uno de los animales que intercedía para que no pelearan, hasta que el coyote, con trampas, los hizo que se bañaran en miel, mascaran hojas de menta y se revolcaran en un campo de rosas, poniendo fin al conflicto.

El interés y motivación del público que llenó la sala creció con la narración de Margarita Ibarra y su comparación y descripción de las brujas del ayer con las del mundo moderno, “que hasta cuentan cuentos”, y las voces de Arturo con la fiesta de las frutas y Sara con el miedo de Angelita a los ángeles.

No menos agradable, jocosa, divertida, educativa y anecdótica resultó la presentación de Lucas Nápoles, de Cuba, con la historia de Urura que bajo del cielo para conocer las diferencias con la tierra y Graciela Anzola, de Venezuela y su poema a un colibrí, y la fábula del Caballo que iba al mar.

Las barreras del idioma no fueron un obstáculo para la comunicación entre Valer’ Egouy, de La Martinica-Francia, y el un público que festejó con la hiena hambrienta.

La española Cristina Temprano ofreció la enternecedora historia del león con mechones de colores que hizo al público lanzar sueños al cielo, y los enfáticos desplantes del panameño Rubén Corbett al narrar la historia del gato que deseaba ser gringo, que hasta en la bebida gatorate se convirtió, y Clorinda, la hormiguita linda.

Para cerrar Marcela Sabio, representante de Argentina, narró la enternecedora historia de la niña pobre que deseaba un regalo de los reyes magos.

El Festival que en casi tres décadas ha sensibilizado a nuevos públicos en la apreciación y disfrute de la palabra hablada y las letras a través del milenario arte de contar cuentos, se realizó con el apoyo de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes.

El encuentro organizó 12 actividades del 15 al 22 de julio en el Centro Cultural Bella Época, el Centro Cultural España, la Capilla Alfonsina, la Galería José María Velasco, el Papalote Museo del Niño, el Museo Casa de Carranza, la Biblioteca Ibby México, Palacio Nacional, Centro Comunitario San Lorenzo y el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

Armando Trejo Márquez, director del festival, después de agradecer el apoyo al INBA y a los lugares sedes señaló que para cada uno de los narradores con experiencia o no, y aquellos con trayectoria, “la intensión de compartir la palabra, el gesto, la tradición oral y las fuentes literarias es algo que demanda un gran compromiso, de rigor, de ética, de estética sobre lo que es el arte de contar cuentos”.

Los calificó, sin pretensiones, como “una suerte de juglares contemporáneos medio ilustrados. Nuestra responsabilidad es dar ese valor, esa valoración social a la palabra, a la voz y el poder que tiene esta con el público.

“Nadie puede contar sino tiene nadie a quien le escuche. Nosotros siempre hemos tenido aquí, durante 29 años. muchísimo público fervorozo que viene a escuchar historias, historias de amor, filosóficas, poéticas, de ciencia ficción, de tradiciones orales, de distinta procedencia y épocas que valerosos narradores hacen trascender”.