Por: Redacción
En el Gran Basamento de la Zona Arqueológica de Tlatelolco, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron a finales de 2015 la parte alta de un aposento que presenta un altar central y otros elementos ceremoniales que comprueban el uso religioso dado a este espacio, el cual podría ser el equivalente de la Casa de las Águilas de Tenochtitlan.
El arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo, quien encabeza los trabajos, dijo que la estructura tiene también una banqueta corrida muy larga, dos habitaciones que flanquean el acceso y un par de peldaños, uno de ellos decorado con un maxilar.
“Encontramos nueve ofrendas con mandíbulas humanas, una más con un cuchillo de sílex completamente pintado de rojo, ubicado en el piso del patio, al centro del inmueble rectangular, con la punta marcando hacia el norte, acompañado de navajillas de obsidiana. Las navajillas no presentan huellas de uso, pero por ser parte de las ofrendas de autosacrificio se cree que algunos sacerdotes se punzaban con ellas para donar sangre a los dioses”.
Salvador Guilliem indicó que el arqueólogo Leonardo López Luján, en su tesis doctoral sobre la Casa de las Águilas, afirma que la mandíbula tiene una connotación vinculada con la fuerza del guerrero, con su poder.
El titular del Proyecto Tlatelolco refirió que Francisco González Rul, Eduardo Matos y Braulio García registraron de 1960 a 1964 más de 200 entierros en Tlatelolco; entre esas inhumaciones hallaron ofrendas con mandíbulas en diferentes sectores del lugar.
“En 1962, González Rul localizó la más importante, casi en la entrada norte de la iglesia de Santiago Tlatelolco, a unos dos metros de profundidad. Es un altar decorado con mandíbulas humanas, detrás tiene una jamba de piedra pintada con figuras de huesos humanos cruzados y un cráneo al centro. Ahora se suman estas piezas que encontramos en el Gran Basamento en 2015”.
El experto mencionó que el arqueólogo Leonardo López Luján recuperó en la década de los ochenta del siglo pasado una decoración similar en la Casa de las Águilas de Tenochtitlan, justo atrás de los Mictlantecuhtli. “Los hallazgos de altares con mandíbulas, tanto en Tenochtitlan como en Tlatelolco, nos indican el desarrollo en paralelo de ambas ciudades hermanadas que crecieron al mismo tiempo”.
En 2007, durante las excavaciones en el Complejo Funerario Novohispano (donde se han recuperado hasta el momento 295 entierros humanos), Guilliem Arroyo y su equipo observaron en el lugar estructuras prehispánicas como muretes, pisos de estuco y parte de un altar.
Las habitaciones descubiertas que flanquean el acceso —una hacia el oriente y la otra al poniente— se liberaron en 2015. Sus muros cuentan con desplantes muy bien trabajados, tienen un espesor de 60 a 80 centímetros y están recubiertos de adobe y de un enjarre de lodo. Tienen pisos que fueron destruidos intencionalmente para introducirles una gran cantidad de piedras.
Salvador Guilliem expresó que hasta el momento no hay esculturas, en barro o piedra, que confirmen si el aposento podría ser un espacio similar a la Casa de las Águilas de Tenochtitlan. Por ello, en la próxima temporada de campo indagarán si la destrucción de los pisos fue para el enterramiento ritual de una posible efigie que explique el uso real de estos espacios.
Con relación a las paredes de las habitaciones, señaló que en ellas se muestra una pintura mural cuya capa de color es mínima, de uno o dos milímetros. Fueron pintadas para su uso ceremonial cuando el barro estaba fresco, pero no cuentan con diseños en particular, sólo franjas en rojo y azul, mientras que el piso está teñido con manchas rojas.
“En Tlatelolco, en la época prehispánica, casi todas las pinturas murales se plasmaron al fresco y con elementos ideográficos, sin formas geométricas que permitan hacer un estudio iconográfico o iconológico, sólo bandas de colores, salvo el Templo Calendárico que tuve la suerte de descubrir y donde se aprecian a los dioses creadores del tiempo”.
“Cuando se abra la habitación con el altar y el peldaño decorado con la mandíbula, sabremos si se trata del recinto militar tlatelolca similar al de Tenochtitlan. Por lo pronto, los maxilares asociados al inmueble me remiten al pensamiento religioso militar, idea que se refuerza con la incorporación de la mandíbula a la arquitectura”, concluyó el titular del Proyecto Tlatelolco, cuya nueva temporada de campo iniciará a principios de abril.
El Proyecto Tlatelolco inició en 1987 por iniciativa del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien lo dirigió hasta 1991, cuando Salvador Guilliem Arroyo lo relevó del cargo, enfocándose en los trabajos de excavación en el Gran Basamento, el Templo Mayor y la Caja de Agua de Tlatelolco, con el propósito de localizar un espacio ceremonial parecido a las Casa de las Águilas de Tenochtitlán.
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