Por: Arnulfo Roque Huerta
Un profesor entra al salón de clases confiado en que cada chico comprenderá y pondrá en práctica lo que se explique. Cuando se realiza la dosificación anual se da por entendido que el grupo tiene todas las habilidades para desarrollar cada una de las actividades planeadas, hacer uso de las herramientas y obtener las competencias para la vida, ¿pero qué pasa cuando llegas al aula y te encuentras con un alumno con necesidades diferentes?
Se me informó de la llegada de un chico nuevo un día que el sol se negaba a aparecer, el frío era intenso y lo nublado del cielo contagiaba de nostalgia a todos los chicos de la clase. Conocí entonces al jovencito sentado en un rincón con la cabeza baja y sus manos entrelazadas, le pregunté su nombre y él contestó tan bajito que no pude escucharlo, por lo cual me vi obligado a acercarme para repetir la pregunta pidiéndole que hablara fuerte, esta vez lo hizo un tanto más alto pero aun así su voz era poco perceptible aunque ahora ya lo había escuchado: “Patricio” ese es su nombre.
De la dirección me hicieron llegar un reporte impresionante de médicos y psicólogos sobre la condición de este chico, más de la mitad de los conceptos allí plasmados no los logré comprender, pero entre ellos leí: déficit de atención, retraso intelectual, discapacidad mental, entre otros tantos problemas; sin embargo lo que más me llamó la atención fue la palabra “especial”, la cual desde mi punto de vista y bajo el contexto que me presentaban lo tomé como una manera de discriminación.
Me quedé con aquella palabra en mi mente y me puse a investigar las distintas formas con las que son llamados los chicos que presentan algún tipo de problema físico o intelectual y ninguna me gustó, porque cada uno de esos motes los apartan, los separan, los minimizan, los excluyen, los subestiman. Todos somos personas distintas y creo firmemente que todo chico en cualquier condición desconoce su potencial hasta que alguien lo descubre y se lo hace saber. Nik Vujicic dice: “Todo el mundo desconoce tu potencial. Tienes que estar seguro de eso.”
La verdad me costó mucho trabajo ganarme la confianza de Patricio pues lo habían convencido de que era un retrasado. Más de una vez me vi decidido a renunciar, aceptando lo que todos decían sobre él, que lo mejor era poner un 6 en su boleta y lavarse las manos; pero ¡No, no renuncié! y cuando él se dio cuenta de que yo no renunciaría también decidió no hacerlo. Cada día se empeñaba más, su lenguaje mejoró notablemente y sí, obtenía seis en algunas materias pero ahora nadie se las regalaba; en mi materia (Español) logró ponerse casi al nivel de cualquier otro chico promedio, pero lo mejor de todo era verlo sonreír.
“Especial”… ¡Sí, Patricio es especial! porque aun con todas las limitantes que le ha tocado vivir no se rinde, se muestra como ejemplo para muchos otros que por flojera obtienen malas calificaciones. Es especial porque se muestra agradecido ante cualquier gesto de amabilidad a su persona, es especial porque no subestima a nadie, es especial porque para él no hay límites, es especial por que ama y permite que lo amen, es especial porque nunca se dará por vencido.
La palabra especial tiene su origen etimológico en el latín specialis, la cual hace alusión a alguien que se diferencia de lo acostumbrado y en un país donde lo acostumbrado es la mediocridad, donde lo acostumbrado es ir a un colegio solo en busca de una calificación, donde la costumbre es solo conseguir lo necesario, buscar las cosas más simples, más sencillas, las que requieren menor esfuerzo, donde lo deshonestidad y la hipocresía se ha vuelto cotidiano, ante tales situaciones bienvenidos todos los chicos especiales.
Un día hablé con los padres de Patricio y vi en ellos a grandes personas sustentándolo y apoyándolo en todo momento, entonces comprendí que un chico especial es un regalo para padres especiales, para familias especiales y son especiales porque luchan con una fuerza fuera de lo común, teniendo el doble de determinación y valentía para hacer que sus hijos logren lo imposible.
Patricio concluyó el ciclo escolar dejando huella en sus compañeros pues siempre les decía algo que nunca voy a olvidar: -“Si yo puedo tu puedes”. Esa frase me anima cada día a seguir enseñando y a no darme por vencido nunca en el afán por otorgar educación de calidad a cada alumno que se me asigne, sin distinguirlo por ningún tipo de limitantes pues ahora sé que no hay barreras imposibles de superar. A cada alumno desanimado le digo -“Si yo puedo tu puedes”- y a cada profesor que se niega a otorgar sus conocimientos y a todo tipo de chicos les aseguro -“Si yo puedo, tu puedes”- y a cada padre que tiene la bendición de tener un chico especial -“Si yo puedo, tu puedes”.
Desde 1992 la ONU estableció el 3 de diciembre como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, a ellas dedico esta columna y muy especialmente a la Profesora Magali Morales de la Primaria José María Morelos y a la Lic. Alejandra Hernández del CRIS en Ecatepec por su dedicación, esfuerzo y paciencia, con mi pequeño y por nunca darse por vencidas con todos los chicos especiales que han pasado por sus manos.
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