Por: Redacción
Las salas Nacional y Diego Rivera del Palacio de Bellas Artes dieron cabida el reciente fin de semana a decenas de miles de personas que acudieron a la conclusión de la muestra El color de los Dioses. Policromía en la Antigüedad Clásica y Mesoamérica. La muestra, que fue inaugurada el pasado 10 de octubre fue visitada por un total de 138 mil 972 personas.
La muestra se enmarcó en las líneas de acción realizadas por la Secretaría de Cultura para traer a un cada vez mayor número de mexicanos lo mejor del arte universal y garantizar el acceso de la población al conocimiento y a los servicios culturales.
El Palacio de Bellas Artes recibió a personas procedentes de China, España, Francia, Alemania, Colombia, Chile y Perú, además de la Ciudad de México y de estados como Monterrey, Guadalajara, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo y Veracruz, y residentes y turistas de la Ciudad de México.
Los visitantes recorrieron la exposición integrada por más de 100 obras de cerámica, mármol, basalto, estuco, arcilla, tela, roca y piedras, en total 66 piezas de origen europea europeas de la Antigüedad Clásica y 52 obras de Mesoamérica, correspondientes a las culturas teotihuacana, mexica, maya y tolteca.
La exhibición sin precedente en nuestro país permitió al público ver la antigüedad y el arte desde una nueva perspectiva con denominadores comunes. Antes de esta muestra no se habían reunido las esculturas policromadas de la Antigüedad que se han descubierto hechas con materiales como el barro, el mármol, la piedra, y que con las recientes investigaciones se ha puede tener ahora otra visión de lo que significó la policromía en las piezas tanto de Europa como de Mesoamérica.
El color de los Dioses. Policromía en la Antigüedad Clásico y en Mesoamérica revive la experiencia del color original en el arte y lo muestra de la misma forma en la que la vieron sus creadores, a través de reconstruir las trazas originales de color de cada obra y resalta la importancia de los colores en el arte antiguo y sus implicaciones en la cosmovisión de estas culturas.
El público pudo apreciar relieves, estatuas, esculturas de deidades femeninas, cabezas de guerreros, bustos de dioses griegos, vasijas, machacadores, ollas, retratos de batallas épicas, figurillas antropomorfas y de culto a los muertos, objetos religiosos y esculturas de animales, dioses y personajes destacados en ambas culturas.
A través de estas piezas, los espectadores pudieron conocer que en Mesoamérica el color se concebía como un componente fundamental de su pensamiento religioso ya que para ellos los cuatro mundos en que estaba dividido su universo tenía un color distintivo (rojo, negro, amarillo y blanco) mientras que para los griegos el color detonaba una representación formal de la realidad.
Para Verónica Kuliguer, El color de los Dioses es una muestra novedosa, lúdica e interesante “ya que exhibe la relación de las esculturas de América con las del extranjero y muestra cómo se está haciendo allá y aquí el arte. Además nos da la oportunidad de imaginarnos el arte con color, ya que siempre estamos viendo algo que está blanco o negro dependiendo de la piedra y esta exposición nos da esa oportunidad de conocer cómo eran antes las obras”.
La exposición estuvo dividida en cuatro secciones: Cánones de la antigüedad clásica y mesoamericana; Primeras aproximaciones al problema del color; Experimentación científica y Representación y significación del color.
Para Laura Martínez, de 32 años, se trató de una exposición excelente “a mí me encantó por sus ejes temáticos que son impresionantes y me llamó la atención que puedes ver las esculturas con y sin color”.
La señora Ruth, consideró que la muestra “rompe con el paradigma del color, rompe el paradigma del uso del color sobre el blanco, sobre la piedra, es muy muy interesante. Todavía me está costando trabajo seguir con esta imagen de esas figuras que conocí durante muchos años en blanco o sobre piedra y verlas con colores, es otra, cambia todo el concepto”.
Y es que además de poder observar reconstrucciones de color de piezas como el León de Loutraki de 550 a.C. y de una escultura de Atenea procedente del Templo de Afaya de 480 a.C. ambas de Grecia o un friso de Alejandro Magno, ubicado en un sarcófago de Líbano de 320 a.C., el público puede disfrutar de magnas reproducciones a color de obras prehispánicas como la Coyolxauhqui que data de 1440-1481 d.C. o el Chacmool-Tlaloc de 1375-1427 d.C.
Por su parte, Diego, de Colombia destacó que “el tema de los colores cambia completamente la visión con la que se ve la obra como tal. La exposición está muy bonita y aprende uno mucho”.
Además, dijo, como la muestra exhibe piezas de diversas culturas mesoamericanas, entre ellas la teotihuacana, la totonaca y la maya, para los extranjeros resulta sumamente interesante pues uno “empieza a identificar la diferencia entre las esculturas de cada una de las culturas que hay en todo el país, entonces para uno a simple vista serían las mismas, pero cuando ya empiezas a ver como el detalle de cada una es realmente cuando te das cuenta cuál era el énfasis de cada cultura, cuál era su característica, esa sección me gustó”.
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