Por: Redacción/
El Bosque de Chapultepec es una geografía ligada a la historia de México. Lo mismo ha sido campo de batalla que residencia de emperadores y jefes de Estado, a la vez que punto de encuentro para miles de familias. Ahora, producto de recientes labores de salvamento arqueológico, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) completan las piezas de su rompecabezas histórico e indagan en su faceta hídrica.
Iniciados el pasado 15 de enero para supervisar áreas donde la Comisión Nacional del Agua (Conagua) introduciría nuevos sistemas de riego automatizado, los trabajos arqueológicos, inscritos en el Proyecto Bosque, Cerro y Castillo de Chapultepec, han derivado en el hallazgo de tres importantes vestigios:
Un segmento del acueducto colonial que conducía el vital líquido proveniente de Santa Fe hasta la actual Alameda Central; partes de otros dos ramales que iban de las cajas de agua virreinales ubicadas al pie del cerro del Chapulín (cerca de la llamada Escalera de Carlota) y llegaban al contenedor conocido como Baños de Moctezuma; y restos arquitectónicos de tres estanques lúdico-medicinales construidos en la década de 1870 para convertir a los manantiales del bosque en baños públicos de estilo europeo.
Los descubrimientos, informó la arqueóloga María de Lourdes López Camacho, investigadora del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, se registraron en zonas con alto potencial arqueológico que el proyecto bajo su coordinación ha identificado desde 2009, a través de investigación documental y recorridos en superficie dentro de la Primera Sección del parque urbano.
La primera excavación revela una fracción de dos metros de ancho y más de tres metros de cimentación del antiguo acueducto de arcada; obra —cuyos materiales (cal y piedra) comenzaron a adquirirse en 1592, según consta en registros del Archivo General de la Nación—, que inició su construcción en 1603, luego de que el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, fijara un impuesto especial para costear la edificación.
Este canal —que funcionó hasta la década de 1850, cuando la última administración de Antonio López de Santa Anna ordenó su demolición— tuvo originalmente 900 arcos, aunque sumó 108 cuando se amplió para transportar el “agua delgada” (más baja en minerales que el “agua gorda” obtenida de los manantiales de Chapultepec) desde el antiguo pueblo de Santa Fe.
Lourdes López destacó que a partir de lo hallado hasta el momento se descarta una hipótesis bajo la cual se pensaba que el acueducto hacía un giro a la izquierda rumbo al actual Museo de Arte Moderno.
“El fragmento indica que después de rodear el cerro por su costado norte, el acueducto seguía en línea recta hacia lo que hoy es el Altar a la Patria; giraba a la izquierda sobre la calzada de La Verónica, actual Circuito Interior, doblaba en la calzada Tlacopan y desembocaba en la Caja de la Mariscala, localizada en el terreno que ahora ocupa el estacionamiento del Palacio de Bellas Artes”.
En esta unidad de excavación, a cargo de la arqueóloga Rocío Orozco Marañón, se indaga en el sistema de cimentación de este segmento y se busca contrastarlo con otros remanentes del acueducto de Santa Fe localizados por el proyecto con anterioridad.
Además, se ha logrado completar el trazo del acueducto que partía del área de cajas de agua al pie de la Escalera de Carlota, rumbo a la llamada Casa Colorada. Con datos del arqueólogo Eder Arias Quiroz, quien ha localizado al norte del contenedor de Baños de Moctezuma dos ductos, se ha establecido que ambos se unían poco antes de su arribo a dicha caja; misma que también funcionó como piscina del antiguo Colegio Militar.
Aunque la exploración arqueológica continúa, se ha establecido que uno de estos ductos presenta el mismo sistema constructivo que el acueducto de Santa Fe, aunque su cimentación es menor, de aproximadamente 1.80 metros de profundidad.
El último grupo de vestigios descubiertos, tiene que ver con tres estanques lúdico-medicinales, cada uno de 4.5 metros cuadrados y con remanentes de plataformas artificiales y canales hechos a base de ladrillos y cuarterones de adobe.
La arqueóloga Lourdes López precisó que la construcción de estos baños públicos fue anunciada en 1869 por publicaciones periódicas como la Revista Universal. El proyecto del empresario José Amor y Escandón, entonces dueño del predio, consistió en instalar estas piscinas y aprovechar el cauce que el manantial seguía desde Baños de Moctezuma rumbo a los terrenos de la otrora Hacienda de la Condesa.
De acuerdo con litografías y fuentes documentales, estos baños contaron con una sección para hombres y otra para mujeres conforme a la tradición europea, sin embargo, tuvieron una corta presencia pues en dicha época el manantial estaba próximo a su agotamiento. Muestra de ello es que cuando José Yves Limantour, ministro de Hacienda de Porfirio Díaz, estableció la Junta de la Dirección de Mejoras en el Bosque de Chapultepec en 1895, el agua que se enviaba a las pujantes colonias de San Miguel Chapultepec y La Condesa, se obtenía a través de bombas.
Finalmente, la arqueóloga apuntó que al tratarse de un salvamento arqueológico, los trabajos en este último frente se limitan al registro de características y la ubicación de límites espaciales, con el fin de garantizar su protección como patrimonio cultural e incluir sus datos dentro del Proyecto Bosque, Cerro y Castillo de Chapultepec. No obstante, se realizarán todavía desplantes para saber si bajo las construcciones del siglo XIX existen remanentes de alguna ocupación prehispánica.
En los trabajos de exploración en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec también han colaborado las arqueólogas Montserrat Zitlalxóchitl Ramírez Bazán, Donají Montero Guzmán, Janeth Castillo Medina y Areli Esperanza Torres Ríos.
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