Por: Redacción
Han pasado poco más de cuatro décadas desde que el fotógrafo Antonio Turok (Ciudad de México, 1955) comenzó a documentar la realidad, procesos y acontecimientos históricos como las guerrillas en Centroamérica en la década de los ochenta, el levantamiento zapatista en 1994 o los atentados en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, creando imágenes de gran valor histórico y estético.
Esas fotografías que se han vuelto icónicas en el trabajo de Turok y otras poco conocidas, conforman la exposición Reflexiones: Entre la alegría y la desesperación, que será inaugurada en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF) el próximo sábado 10 de diciembre del 2016 y permanecerá abierta al público hasta el 20 de febrero de 2017.
La muestra, integrada por 208 imágenes en plata y gelatina, busca que los espectadores, principalmente las nuevas generaciones, reflexionen sobre los conflictos sociales y políticos que Turok documentó a partir de la década de los setenta del siglo pasado.
“El título de la exposición va en el sentido de que al mostrar fotografías de los diferentes movimientos, unos armados, otros de protesta, no caigan en el olvido, sobre todo entre los jóvenes que no lo vivieron, pero también para cuestionarnos si realmente el ser humano ha aprendido algo de estos desastres”, comentó en entrevista el foto documentalista.
Y agregó: “Lo que también intento reflejar es la dualidad que hay entre la alegría y la desesperación, porque por un lado hemos visto algunos cambios y, por otro, resultados que no son tan amigables o tan esperanzadores. Al final es sólo un espejo, una relación que me tocó vivir y fotografiar”.
Para la curadora de la muestra, Marietta Bernstorff, la exposición no es una retrospectiva, sino que busca narrar de manera integral cómo el fotógrafo entendió y vivió las situaciones sociales que documentó; por ello, además de imágenes habrá libros, cámaras, videos, textos, una instalación y un cuarto oscuro.
“En total, se expondrán 208 fotografías. Turok tiene muchísimo material, pero decidimos usar imágenes en plata y gelatina de época, para que el joven fotógrafo vea cómo eran los papeles antiguos, de qué se trataba, por eso también hay un cuarto oscuro para recrear esas sensaciones que se producen al momento de revelar una foto”, señaló en entrevista.
De acuerdo con la curadora, la exposición está dividida en tres secciones. El recorrido inicia en la planta baja del MAF, donde se exhiben las imágenes más emblemáticas de Turok, aquellas que marcan un hito en la historia, como las guerrillas en Nicaragua y El Salvador o el levantamiento zapatista, situación que el fotógrafo se “encontró” al ir caminando por las calles de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la madrugada del 1 de enero de 1994.
En la siguiente sección, podemos encontrar una instalación que recrea el cuarto oscuro del artista y fotografías de Turok, más personales, que reflejan su búsqueda de una expresión y un lenguaje más metafórico. También hay fotografías poco conocidas de Turok, como aquellas que tomó en 1972 cuando llegó a las comunidades del sur el país, donde su hermana la antropóloga Marta Turok fue a aprender tzotzil.
En la última sección, además de la instalación elaborada por el Colectivo Lapiztola y un video, puede observarse parte del trabajo que documentó el fotógrafo en Nueva York. Aquí se encuentran las imágenes que capturó el 11 de septiembre de 2001, un acontecimiento que, como el levantamiento zapatista, también retrató por azares del destino.
“A él le tocó documentar la caída de las Torres Gemelas. Fue a Estados Unidos a llevarle algo a su papá y a ver su libro (Chiapas: El fin del silencio) que estaba publicitando una editorial de Nueva York. Como había dejado sus cámaras en reparación, compró una Hasselblad, que tiene un formato más grande, para documentar lo que estaba sucediendo”, narró Bernstorff.
Y como describe Fernando Gálvez de Aguinaga en Turok: El memorioso cíclope de tres ojos, “Antonio Turok y su mirada olfativa siempre están donde la adrenalina y el miedo alejarían a casi todos, donde gracias a su instinto podemos acceder a imágenes que detienen el instante preciso, ese que resume entre las cuatro esquinas de la fotografía todo un momento histórico”.
Textos como el de Gálvez de Aguinaga aparecen en Reflexiones: Entre la alegría y la desesperación, al que también se suma La línea de fuego, escrito por Marcelo Uribe, quien describe: “Sus fotos, antes que nada, son la creación de la mirada de un artista que es también testigo, crítico, pero sobre todo un creador de obras maestras captadas al filo del acontecer más vertiginoso”.
A lo largo de su trayectoria Turok ha plasmado en palabras las situaciones que ha vivido, fragmentos que también están en la muestra: “A partir de miles de fotografías he reunido un mosaico de imágenes que abarcan la vida cotidiana, algunas íntimas, otras históricas. Unas cuantas imágenes trascienden la estética y el estilo mientras que otras contienen un inevitable sentido del momento”.
Las 208 imágenes de la exposición dan cuenta de su obra, de la cual, como lo indicó la curadora, es más poética que crítica, en el sentido en que Turok quiere que el espectador piense y reflexione a partir de lo que ve en cada fotografía.
“Él documenta la realidad, no la crea; como dice: ‘Yo no hice estas fotos, ya estaban ahí, las encontré’, así que la obra de Turok es más poética en el sentido de cómo usa las formas, cómo las plasma, como el levantamiento de los maestros en Oaxaca, por ejemplo, que es muy fuerte y sigue siendo una problemática”, indicó Marietta Bernstorff.
Con respecto a la instalación, el foto documentalista explicó que fue elaborada en conjunto con el Colectivo Lapiztola y la artista visual Luisa Restrepo, a partir de la fotografía que muestra a un niño de playera blanca con una leyenda de una marca refresquera, quien lleva el rostro cubierto y una bomba molotov con la intención de quemar un autobús durante el conflicto magisterial en Oaxaca.
A partir de la imagen, el Colectivo Lapiztola diseñó un sténcil (técnica que se basa en la calca de un patrón para reproducir la imagen) en tres dimensiones para romper con el esquema de plasmarlo en la pared, mientras que Luisa Restrepo elaboró unas botellas de vidrio retorcidas, que están colgadas en la instalación.
“La instalación se convierte en sí misma en una obra de arte, basada un poco en la vivencia de ver la frustración de los chavos que agarraban las botellas de Coca-cola para hacer las bombas molotov, pero no explotaban; luego las cambiaron por botellas desechables de cerveza y esas sí explotaban”, detalló.
Sumada a la instalación, hay una fotografía que Antonio Turok tomó el 14 de junio de 2006, día en que el pueblo de Oaxaca se levantó contra el gobierno de Ulises Ruiz y se colocaron cientos de barricadas, así como hileras de bombas molotov; además de unas bocinas que reproducen las memorias de un amigo del documentalista, pionero de Radio Plantón, que fue fundamental para el movimiento magisterial y popular.
Sobre el video, Antonio Turok aseguró que se trata de un experimento, porque intenta crear imágenes como si estuviera tomando una foto, pero con movimiento, donde el reto es cómo lograr crear una historia.
“El cine tiene un lenguaje muy diferente al de la fotografía, con sus reglas y normas. Busco mostrar que, si vamos a abrir un diálogo sobre las nuevas tecnologías, no podemos dejar de mencionar el acceso maravilloso que tenemos; todo mundo carga un smartphone, le picas un botón y tienes una imagen, sea foto o movimiento”, puntualizó.
La exhibición es una de las más completas de Turok, en la cual además de la curadora también trabajó la directora del MAF, Carmen Tostado, y una historiadora, Marlene Fautsch, con la intención de provocar una reflexión sobre los sucesos que documentó el fotógrafo.
Reflexiones: Entre la alegría y la desesperación se exhibirá del 10 de diciembre del 2016 al 20 de febrero de 2017 en el Museo Archivo de la Fotografía, ubicado en República de Guatemala 34, Colonia Centro Histórico, Delegación Cuauhtémoc.
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