Por: Mugs Redacción
El heavy metal, género musical que desde su nacimiento ha causado controversia por su espíritu contestatario y rebelde contra los dogmas políticos, religiosos y sociales, manifestado explícitamente en sus letras y en sus estridentes ritmos, es abordado por el antropólogo Stephen Castillo Bernal en Música del diablo. Imaginarios, dramas sociales y ritualidades en la escena metalera de la Ciudad de México.
Editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el libro, que da cuenta del mundo de la música del rock metal en la Ciudad de México, se presentará el viernes 19 de febrero, a las 19:00 horas, en la Sala Filomeno Mata del Palacio de Minería, como parte de las actividades de la XXXVII Feria Internacional del Libro.
En la obra se explica que esta corriente sonora (de alcance local y mundial), surgida en la década de los años 70 del siglo pasado, abreva del rock, el blues y el jazz, y se constituye por una serie de prácticas, como el slam (baile de confrontación) y elheadbanging (sacudir la cabeza al ritmo de la música); también posee rituales, como el saludo con la mano cornuta o cuernos de rock, y formas simbólicas, como el corpse paint en el Black Metal (maquillaje en blanco y negro que acentúa la imagen de maldad y misantropía).
Arqueólogo de formación, Stephen Castillo indagó en esta expresión musical para obtener su doctorado en antropología social. Su investigación explora la cultura de los adeptos a este género desde sus anclajes simbólicos, referentes imaginarios y sus procesos rituales e identitarios.
“Quiero demostrar que las representaciones de los metaleros evidencian la crisis de la modernidad. Por ejemplo, el diablo, casi siempre vinculado con este ritmo, sólo existe como símbolo del paroxismo que las sociedades contemporáneas viven. Esta música y todo lo que representa son un grito contestatario ante la uniformidad cultural”.
Integrado por seis capítulos, el volumen disecciona los aspectos simbólicos y rituales que estructuran el imaginario social del metalero en la Ciudad de México, y permite acercarse a la identidad cultural de los seguidores de esta música en el país.
El investigador del INAH señaló que la obra plantea dos premisas. La primera propone que los imaginarios sociales reflejan miedos y limitaciones de los sujetos, quienes alivian su existencia mediante manifestaciones como el metal music y la creación de códigos identitarios (la muerte, lo profano, la violencia, lo prohibido). La segunda se refiere a la liberación de la catarsis humana a través de prácticas, como el slam y las representaciones teatrales en los conciertos.
La investigación inicia con una panorámica de los debates teórico-conceptuales sobre la problemática de lo imaginario en las ciencias sociales y la antropología. En el capítulo “La estructuración de los imaginarios sociales. Entre el dominio subjetivo y racional”, el autor se refiere a la atmósfera mental y colectiva de fantasmas, figuras, mitos y símbolos que gobiernan la acción de los sujetos participantes de esta música, en los ámbitos social e individual.
“Actores globales y actores locales. Especificidades del heavy metal y su impacto en la Ciudad de México” describe con detalle la historia del rock metal y sus diferentes corrientes, y ofrece un análisis del desarrollo y asimilación de este género musical en la urbe.
Este apartado aborda la estructura, los temas y la ideología musical de sus distintas corrientes: el glam metal de bandas como Twisted Sister; el thrash de los años 80 con Metallica o Exodus; el death de Cannibal Corpse, amén de la influencia de Chuck Schuldiner (considerado el “padre” de esta corriente sonora) en el género, así como la música mexicana de las últimas décadas del siglo XX a la fecha.
En el capítulo “Formas simbólicas metaleras: elementos de ‘anclaje’ de comunidades alternas”, el antropólogo cuestiona la aplicabilidad del concepto “tribus urbanas”, acuñado por el sociólogo francés Michel Maffesoli. “Esta doctrina es una alegoría del estar juntos por intereses comunes. Analicé las categorías centrales de esta teoría para ver cómo empataban o no con las comunidades metaleras, debido a que sus integrantes se estructuran mediante la convivencia”.
“Dramas y gestos rituales metaleros. El caso de los conciertos” aborda la dinámica de las “tocadas” metaleras en vivo, las comunidades y sus dimensiones performativas, simbólicas, rituales y gestuales: el headbanging, el slam y el stage diving (vuelo sobre los asistentes).
En teoría, la estética del metalero consiste en vestir de negro; se distingue con una playera con el logotipo de alguna de sus bandas preferidas. Hay seguidores del black metal (una de las corrientes más extremas del género) que asisten a algún concierto de sus bandas favoritas utilizando el corpse paint.
Para Stephen Castillo, el metal resemantiza al rock. “Se le tacha de satánico o violento, pero el metalero representa la otredad: genera un choque o ruptura con otras personas, debido a que algunas corrientes, como el thrash o el death metal, ejercen una fuerte crítica social contra los abusos del poder.
“Con ello busco derrumbar el estigma que se tiene sobre el metalero: un sujeto peligroso o escoria social. En realidad muchos seguidores de este género son personas productivas, aportan a la economía, tienen familia y profesiones”.
En la presentación del libro publicado por el INAH participarán Francisco de la Peña, investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH); Luz Olivia Domínguez Prieto, maestra en Antropología Social por la ENAH, y el autor.
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