Por: César Hernández/
Autor de “Al filo del agua” (1947), considerada la obra literaria que culminaría con el periodo de la novela de la Revolución y daría pie a una nueva forma de crear narrativas complejas con personajes que tejen su presente con un pasado angustioso, Agustín Yañez, representa un cultivador de los movimientos literarios contemporáneos de México, pues gracias a su gran disciplina como intelectual y el estilo allegro de sus textos, las generaciones futuras lograron alejarse de aquella narrativa realista para así, acercarse a textos más profundos y complejos con los tintes de la literatura europea.
De familia pobre, Yañez comenzó a verse interesado en la literatura desde muy corta edad, ya que visitaba la biblioteca de su padre- quien se veía interesado por la política-, y en donde encontraba una manera de alojar su imaginación a través de los personajes de la Revolución Mexicana y otro tipo de relatos fantásticos. Así, con tan sólo seis años de edad, Agustín comenzaba a escribir textos extensos y profundos sobre sus temas de clase.
Tiempo después continúo sus estudios preparatorios y profesionales de abogado en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara (1929), donde obtuvo el correspondiente título en 1929, en ese mismo año, un grupo de jóvenes intelectuales que se reunía cada sábado en casa de Yañez, comenzaría a trazar el quincenal de cultura “Banderas de Provincia” en donde Agustín, con más experiencia que el resto, perfeccionaría la idea y la llevaría a ser un periódico literario cuyo nombre habría de expresar la angustia de la cultura en el interior de la república mexicana.
Fue así que para el mes de mayo se publicara el primer número bajo el título “Roto ya el caracol, dejará libre el mar”. Ellos son el mar; el caracol es la opresión que viene del centro, de la capital del país. A través de la polémica que causó el título, los creadores de la publicación declararon pertenecer a un grupo llamado “el grupo sin número y sin nombre”, conformado por Agustín Yáñez, Esteban Cueva, Alfonso Gutiérrez Hermosillo, José G. Cardona Vera y Emmanuel Palacios.
Este periódico representó un paso relevante para la cultura literaria de México, pues se adelantó por mucho a los intelectuales contemporáneos de la capital, ya que publicaba autores europeos que se estaban dando a conocer en ese momento. Caso es el del escritor judío Franz Kafka, quien con apenas unos cuentos publicados, Banderas de Provincia ya lo había traído a territorio nacional.
Igualmente, se publicó parte de la obra del irlandés James Joyce, se comentó y analizó la obra pictórica de Picasso, del arquitecto suizo Le Corbusier, de los escritores Eugene O’Neill y André Gide. De la misma manera se publicaba la obra poética de Carlos Pellicer-premio nacional de literatura en 1964- y Xavier Villaurrutia.
Con los años venideros, la constante preparación y la actualización en los movimientos literarios de Europa, Yañez decide publicar en 1947 “Al filo del agua”, una obra que se concentra en los valores tradicionales como protección contra el liberalismo quien, en desmesura, promete un progreso sin corrupción y sin usurpar el espíritu de los individuos. Con esto, las obras literarias de Agustín se empaparían de personajes existenciales y angustiosos.
En el año de 1964, el presidente Gustavo Díaz Ordaz lo invitó a dirigir la Secretaria de Educación Pública (SEP), en donde lazó una campaña nacional por la que el analfabetismo descendería más del diez por ciento, creó el Servicio Nacional de Orientación Vocacional y las telesecundarias. Cuatro años más tarde y con los hechos violentos cometidos en Tlatelolco, se le culpó por no haber reaccionado ante los eventos.
Ante esas acusaciones, el escritor Ricardo Garibay fue testigo de una escena en donde Agustín Yañez presenta su renuncia al presidente después del atentado y en donde el mismo le respondió: “a mí ningún hijo de la chingada me renuncia. ¡Váyase a cumplir un poco mejor con su cometido!”, lo cual hizo tener a Yañez con un nudo en la garganta, pues tuvo que resistir la presión de una lealtad que lo llevaría a la condena.
Hoy, a 115 años de su nacimiento, recordamos a Aguntín Yañez Delgadillo por dar un paso adelante en la innovación cultural del país, pues su gran esmero en las letras y su interés por forjar una nación de personas preparadas, todo con el lema: “El estudio de la realidad nacional a través de la literatura se dirige principalmente al descubrimiento de los contenidos literarios; por tanto, queda en plano secundario el tema esencial del arte”
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