Por: César Dorado/
Con un gobierno estadounidense que tomaba las riendas de las decisiones políticas y económicas durante el desarrollo de la posguerra, el presidente Dwight D. Eisenhower realizaba una lucha constante en contra del comunismo y replanteaba la idea de la supremacía blanca.
A la llegada de Eisenhower, los espacios públicos se comenzaron a separar para personas negras y blancas, dando los mejores servicios y productos a las segundas. Sin embargo, la resistencia de la comunidad negra se defendió a través de las ideas, el diálogo político y una música violenta que trasgredía cualquier horizonte, el jazz.
A mediados de 1959, algunos músicos blancos lograron introducirse dentro de ese panorama armónico, llevando los ritmos del género supremo a niveles diferentes, pero siempre alejados de la idea original del mismo; ser un género que cantan las desigualdades sociales y protesta en contra del racismo.
Para finales de ese mismo año, la violencia se había desatado a tal manera que los camiones de autobús separaban a los afroamericanos del resto, además de que la educación superior no era una posibilidad para los negros. Sin embargo, el lanzamiento de tres álbumes de Jazz, arrojó un mensaje que hizo que el movimiento de los derechos civiles tomara las riendas para protestar en contra de la segregación racial de Eisenhower.
“kind of blue” (Miles Davis), “Mingus ah um” (Charles Mingus) y “The shape of jazz to come” (Ornette Coleman) fueron las obras que más allá de haber revolucionado el estilo “Bebop”, propusieron un peculiar “Free jazz” que generó un diálogo instrumental en contra de las políticas racistas impuestas por el gobierno.
Vendiendo más de cinco millones de copias y encabezando uno de los discos más importantes de jazz para la Blue Note y el mundo entero, “Kind of blue” se grabó en tan solo siete horas e integró a su composición más músicos de los que se esperaban en una grabación de ese estilo. El resultado es un sonido de “bombas armónicas” repletas de violencia y el carácter puro de Miles Davis; trompetista molesto, enérgico y lleno de ideas para innovar la escena que había dejado Charlie Parker con el inicio de “So What” (¿Y qué?)
Un mes más tarde de este estreno, el “hombre enojado del jazz”, Charles Mingus, lanzó el álbum “Mingus Ah Um”, en donde la presencia de contrabajos estrepitosos y diálogos de saxofones y pianos experimentales sonorizan el argumento racial del disco.
La polémica se sembró dentro de este álbum desde antes de su lanzamiento, pues Mingus dedicó uno de las obras al presidente, titulándolo “Fables of Faubus”, tema en respuesta al racismo del gobernador de Arkansas, quien envió las tropas de la guardia nacional para prohibir la entrada de nueve estudiantes afroamericanos a la escuela secundaria de Little Rock.
En un comienzo, se publicaría el tema con todo y la letra, en donde destacan las líneas “¿por qué son tan enfermos y ridículos? (…) Dos, cuatro, seis, ocho. Te lavan el cebero y te enseñan a odiar”, sin embargo, por medidas preventivas y de censura, fue lanzado como sencillo y en el álbum simplemente se sonorizó el discurso.
“The shape of jazz to come” fue el siguiente disco que hizo su declaración musical a través del saxofón de plástico blanco de Ornette Coleman, quien con un método poco ortodoxo sentó las bases de un jazz fresco que retrataba aquello que vivía y que, con un sonido poco digerible que puede llegar a erizar el cuerpo aunque sea inentendible, predecía “La forma del jazz por venir”, al igual que retraba la realidad que se vivía y estaba por venir.
La música es una de las artes que más se ha utilizado como herramienta para demandar y combatir las desigualdades sociales, y aunque en algunos casos la censura y la violencia pueden llegar a ser superiores, siempre existirán alternativas para lograr crear discursos liberadores de espíritu.
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