Por: César Dorado/
El peculiar lenguaje fílmico de Luis Buñuel, no sólo lo hizo ser reconocido hasta ahora como uno de los cineastas más controversiales de la historia, sino su combinación de ideas con artistas de la talla de los surrealistas europeos como Salvador Dalí acumularon méritos para transcender en la historia del cine, rompiendo con los dogmas del séptimo arte; ; combinación de una narrativa cruel, acompañada de escenificaciones artísticas espléndidas, fueron los elementos que utilizaba este artista para lograr su cometido, hacer cine que no pareciera pertenecer a este mundo.
Desde pequeño, Luis Buñuel destacó por su capacidad de comportamiento en textos severos de autores como Darwin, Diderot, Benito Pérez Galdós, Voltaire, pero su comportamiento rebelde lo llevaron a no ser bien visto en el colegio, por lo que más de una vez fue expulsado. Y aunque académicamente, en los márgenes de lo políticamente correcto nunca cumplió, fue su misma rebeldía al querer conocer y ver su realidad de diferentes maneras.
Al trasladarse a Madrid para estudiar la universidad y seguir los pasos de su padre en la ingeniería agrónoma, el joven Buñuel comenzó a relacionarse con las actividades del cine-club de la Residencia de Estudiantes donde se alojaba y ahí conoció a promesas artística e intelectuales como Federico García Lorca, Salvador Dalí y Pepín Bello, con quienes pudo involucrarse dentro del ambiente intelectual de las vanguardias europeas.
Sus fijaciones por la etimología, la historia, el teatro, el dadaísmo y la poesía- este último aspecto sirvió como la entrada de Buñuel a la escritura, primeramente, en el género poético y después en la narrativa dramática- lo llevaron a explorar sus ideas más allá de simplemente crear retrospectiva, sino haciendo un psicoanálisis de sí mismo.
Entrando en contacto directo con un gran panorama cultural y observar el cambio de perspectiva sobre la estética artística de mediados de siglo, Luis Buñuel se trasladó a París para poder observar las nuevas formas de hacer cine viendo hasta tres películas por días. Dos años después de su llegada a la ciudad de las luces, debutó en la dirección teatral con la obra “El retablo de Maese Pedro”, de Manuel de Falla, y tres años más tarde estrenaría “Hamlet”.
Durante una proyección de la película “Las tres luces”, (1921), de Fritz Lang, despertó en Buñuel un interés intensificado por el cine. Poco después de esa experiencia y acercamiento con el cine expresionista se estrenó como crítico de cine para la publicación francesa “Cahiers d’Art “y “La Gaceta Literaria”. Además, trabajó bajo las órdenes del director Jean Epstein y actuó en películas de Jacques Feyder y Henri Étiévant.
Más tarde, Buñuel escribiría un guion para realizar un film que retratara la vida y obra de Francisco de Goya, pero fue rechazado por falta de presupuesto. Sin embargo, al estrechar una amistad con el joven pintor Salvador Dalí y realizar un cortometraje que abordaría la vanguardia al ritmo de Wagner, Beethoven y tangos argentinos. El resultado fue “El perro andaluz” (Un Chien Andalou), obra aclamado por muchos vanguardistas y criticada por los de la vieja escuela.
Tras esta colaboración, Buñuel fue aceptado dentro del círculo de artistas europeos surrealistas, y estableció vínculos con Breton, Max Ernst, Magritte y Dalí, con el que trabajó nuevamente a finales de 1929 en “La edad de oro” (L’age d’or), un mediometraje que reunía a sus colegas surrealistas con pequeñas historias que criticaban a la iglesia, la ley y la monarquía.
Después de que la cinta fuera censurada, Buñuel se trasladó a Estados Unidos para realizar algunos cortometrajes que retrataban la realidad política de algunos pueblos, lo que lo llevó a ser criticado severamente, pues resultó incómodo para la clase política, pero ello no lo detuvo a colaborar como director de doblaje en el MoMA y para la Warner Brothers.
Después de este periodo, el director fue invitado a México para dirigir la película “Gran Casino”, protagonizada por Libertad Lamarque y Jorge Negrete, la cual representó un gran fracaso para su carrera, lo que lo llevó a pensar en retirarse del cine de manera definitiva. Preocupado por su estabilidad económica-pues su madre ya no le mandaba dinero para crear sus películas- se aventuró a crear “La gran calavera” un rotundo éxito que lo inspiro a quedarse en tierra mexicana.
Tras un encuentro casual, el productor Oscar Dacingers le propuso a Buñuel realizar dos películas, una que narrara la vida de un vendedor de billetes de lotería y otra en donde se retratara la pobreza de la sociedad mexicana. Fue así que el director español estrenó la obra maestra “Los Olvidados” en 1950, un largometraje criticado por retratar lo que ninguna cinta del “cine de oro mexicano” había retrato. Esta cinta lo llevó a ganar el premio a Mejor Director en el Festival de Cine de Cannes y recibió 11 premios Ariel, incluyendo Mejor Película.
Años después, el director consolidó una carrera exitosa en donde creó películas que, si bien no alcanzaron un gran reconocimiento, sí lo llevaron a estar en boca de todos los críticos y artísticas. Y aunque muchas de sus películas son “inentendibles”, Buñuel retrato un mundo propiamente surrealista, más surrealista que el propio Dalí y el surrealismo.
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