Por Vicente Flores
El 10 de mayo, las calles se llenan de hijos con flores para sus madres. Los niños en las escuelas declaman con puro sentimiento ‘Mamá, soy Paquito, no haré travesuras’. Pero ¿Desde cuándo se festeja el día de las madres?
Del Culto a la maternidad
Este festejo, se puede remontar a los primeros festejos que daban culto a la maternidad, como lo es la festividad de Rhea, madre de todos los dioses en la época de la Antigua Grecia. Pero, tras la conquista de este lugar, los romanos y veneraron a Hilaria durante tres días a partir del 15 de marzo, ofreciéndole ofrendas.
No obstante, en la región de Mesoamerica, antes de la conquista, honrar a la madre siempre fue una costumbre. Una de ellas, la azteca, rendía culto a la diosa de la tierra Coatlicue, madre de Huitzilopochtli, el dios del sol y de la guerra. Esta diosa tenía una dualidad: por un lado, era la madre bondadosa de cuyo seno nace todo lo vegetal; en el otro, ella forma un monstruo insaciable que devora todo lo que vive, eso sin contar con que también los cuerpos celestes desaparecen tras ella.
Coatlicue, la madre creadora, tuvo en Huitzilopochtli a su hijo más aguerrido, pero su hija Coyolxauhqui, al sentirse deshonrada de que su madre quedara preñada de forma misteriosa por un puñado de plumas de colibrí, decidió acabar con ambos. Sin embargo, el dios solar nació del vientre materno en su edad madura y enfrentó a sus 400 hermanos, entre ellos a Coyolxauhqui, que derrotada y destrozada, se convirtió en la luna mientras que los otros la acompañan en el cielo en forma de estrellas.
Ambas diosas marcaron en los calendarios las fechas correspondientes para renovar las cosechas.
No fue sino hasta que se asentó la religión católica que se empezó a honrar a la Virgen María, madre de Jesús, y fue que se eligió el 8 de diciembre para llevar a cabo la fiesta de la inmaculada Concepción.
En el siglo XVII, el cuarto domingo de la Cuaresma fue conocido como “El domingo de servir a la madre” (costumbre que se mantiene hasta el momento, cuando los hijos preparan el desayuno a las madres).
Ruth Rosen, profesora en la UC Davis, explica en su artículo Mother’s Day for Peace que la escritora y activista Julia Ward Howe fue la responsables de crear el Día de las Madres por la paz, encabezando en Boston el 2 de junio de 1872 una manifestación en la que se rendía tributo a las madres, especialmente a aquellas que vieron a sus hijos partir a la lucha de la Guerra Civil; a la vez, pedían un cese a cualquier conflicto armado. La fecha, de carácter anual y nacional, cayó en desuso.
El 10 de mayo: “Día de la madre que trabaja”
Anna Maria Reeves Jarvis, una ama de casa y que vivió en la época de la Guerra Civil, organizó el llamado Mother’s work day, día en que se dedicaba junto con otras mujeres a hacer campañas higiénica, sanitaria y médica en pequeñas comunidades del estado de West Virginia. Su misión se extendió con la llegada de la lucha armada pues a la par de atender a sus vecinos, también brindó ayuda a los soldados. Su labor humanitaria quedó truncada el domingo 9 de mayo de 1905.
Dos años después, su hija Anna Jarvis, le rindió tributo en la iglesia metodista el 12 de mayo y allí surgió la idea de formar un día especial a las madres. El 10 de mayo de 1908 se hizo una ceremonia oficial pero sólo en el estado de West Virgina. Por los siguientes seis años, Jarvis buscó que la tradición se difundiera en todos los estados y fue el presidente Woodrow Wilson quien aceptó la propuesta no sólo como un homenaje sino para hacer énfasis en el papel de la mujer en la familia.
Así, Wilson firmó en 1914 una resolución en la que proclamaba el segundo domingo del mes de mayo como fiesta nacional, el Día de las madres.
Mientras tanto en México…
Un 13 de abril de 1922, el periodista Rafael Alducin, director del diario Excelsor, hizo una invitación el 13 de abril a todos los mexicanos para proponer un día en que la gente festejara a las madres. Es así como el 10 de mayo de 1922 por primera vez en México, los niños llevaron rosas a sus mamás.
Y cómo decía en ese momento Alducin: “No hay sacrificio suficientemente grande para el corazón de una madre; no hay cáliz de dolor y amargura que ésta no esté dispuesta a llevar a sus labios, si puede evitar una gota tan sólo de acíbar a los seres queridos, prolongación de su propia vida; no hay manera de poder aquilatar con certeza la profundidad y alcance del amor materno”.
No Comment